LEA: Lucas
22:54-62 | Mientras caminaba por el aeropuerto O’Hare de Chicago, en Estados
Unidos, algo me llamó la atención: el mensaje en el sombrero de alguien que
corría por los pasillos. En solo dos palabras, declaraba: «Niega todo». Me
pregunté qué significaba: ¿nunca admitas ser culpable?, ¿prívate de los
placeres y los lujos de la vida? Me quedé pensando en el misterio de estos dos
simples vocablos.
Simón
Pedro, uno de los seguidores de Jesús, negó algunas cosas. En un momento
crítico, ¡negó tres veces conocer al Señor! (Lucas 22:57, 58, 60). Esta acción,
motivada por un gran temor, le generó tanta culpa y desazón que, quebrantado
ante su fracaso espiritual, lo único que pudo hacer fue salir y llorar
amargamente (v. 62).
Pero la
negación de Pedro, así como nuestros momentos de negatividad espiritual, nunca podría
disminuir la compasión de Dios. El profeta Jeremías escribió: «Por la
misericordia del Señor no hemos sido consumidos, porque nunca decayeron sus
misericordias. Nuevas son cada mañana; grande es tu fidelidad» (Lamentaciones
3:22-23). Podemos cobrar ánimo al pensar que, aunque fracasemos, ¡nuestro Dios
fiel aplica sobre nosotros su misericordia y compasión inalterables!
Nuestra
imperfección resalta nuestra dependencia de la misericordia divina.
(Nuestro
Pan Diario)
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