LEA: 2
Crónicas 17:1-10 | Cuando pienso en mi padre, me viene a la mente esta frase:
«Él no me dijo cómo vivir; vivió y me dejó ver cómo lo hacía». Durante mi
juventud, lo observé caminar con Dios: participaba en las reuniones de la
iglesia los domingos por la mañana, enseñaba en una clase bíblica para adultos,
ayudaba a contar el dinero de las ofrendas y era diácono. Fuera de la iglesia,
defendía fielmente el evangelio y leía la Biblia. Lo vi expresar su amor al
Señor mediante acciones visibles.
Durante un
período de su vida, el rey Asa de Judá fue un modelo de devoción a Dios (2
Crónicas 14:2). Quitó de su reino los ídolos, restauró el altar al Señor y guió
al pueblo a un pacto con Dios (15:8-12). Su hijo Josafat continuó con ese
legado al buscar «al Dios de su padre, y [andar] en sus mandamientos» (17:4).
Purificó la tierra de la idolatría (v. 6), y envió sacerdotes y levitas para
que enseñaran la ley de Dios en todas las ciudades de Judá (vv. 7-9).
El reino de
Josafat se asemejó al de su padre, y así honró fielmente el ejemplo piadoso de
Asa. Sin embargo, lo que fue aun más importante es que el corazón de Josafat
«se animó […] en los caminos del Señor» (v. 6). Si hoy estás buscando un padre
al cual seguir, recuerda a tu Padre celestial y deléitate en sus caminos.
Honramos el
nombre de Dios cuando lo llamamos Padre y vivimos como su Hijo.
(Nuestro
Pan Diario)
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