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Efesios 2:11-18 | Alfred Nobel hizo una fortuna tras haber inventado la
dinamita, la cual cambió la modalidad de las guerras. Quizá por los horrores
que los enfrentamientos bélicos provocaron al usar su invento, incluyó una
cláusula en su testamento respecto a otorgar un premio anual a aquellos que
trabajaran para promover la paz. En la actualidad, se denomina Premio Nobel de
la Paz.
Dios
promovió la paz en el mundo a través de su Hijo Jesucristo. Cuando Él nació, el
mensaje claro e inconfundible de los ángeles a los pastores fue: «… en la
tierra paz, buena voluntad para con los hombres» (Lucas 2:14).
La
definición bíblica de la paz es, en primer lugar, paz con Dios (Romanos 5:1).
El pecado nos hace sus enemigos (v. 10), pero la venida de Jesús a esta Tierra
y su muerte en la cruz aplacaron la ira divina. Ahora podemos reconciliarnos
con Él. Al haber solucionado el problema de nuestra relación con Dios, Cristo
nos capacita para que superemos las barreras que se interponen entre nosotros y
los demás.
Otra clase
de paz es tener la paz de Dios (Filipenses 4:7). No hay necesidad de estar
ansiosos por nada, ya que se nos dice que podemos poner delante del Señor todas
nuestras peticiones.
Después de
haber traído la paz a este mundo, Jesucristo está ahora sentado a la diestra
del Padre (Hebreos 12:2). Hoy podemos tener paz con Dios y la paz de Dios.
«La
verdadera paz no es la ausencia de guerra, sino la presencia de Dios».
—Loveless
(Nuestro
Pan Diario)
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