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ROMANOS 12.3-10 | Uno de los mayores enemigos de la paz es el delirio de
grandeza tan generalizado en esta generación. Muy pocas personas están
satisfechas con lo que les ha tocado en la vida.
Detrás de
este descontento está la falsa suposición de que la sociedad les debe algo, o
que sus derechos no están siendo tomados en cuenta. Este tipo de pensamiento
narcisista puede introducirse en los negocios, los matrimonios, las iglesias y
otras instituciones, generando todo clase de discordias y provocando
consecuencias de gran repercusión.
Este es el
tipo de situación que se estaba creando en el capítulo 13 de Génesis. Abram y
su sobrino Lot estaban tratando de vivir en un territorio que era demasiado
pequeño para las abundantes propiedades de ambos hombres. La presión se volvió
tan grande que hubo una enorme contienda entre los pastores de Abram y los de
Lot. Había que hacer algo.
Abram, con
su sabiduría, alivió la tensión al ofrecer a Lot que eligiera sus pastizales
(Gn 13.9). En vez de reñir por sus supuestos derechos, Abram escogió el camino
de la paz. Hizo lo que el apóstol Pablo aconsejó siglos más tarde, cuando
escribió: “Con honra, daos preferencia unos a otros” (Ro 12.10 LBLA).
¿Salió
perdiendo Abram por ser generoso con Lot? De ninguna manera. Preste atención a
las palabras de Dios al patriarca después de dejar voluntariamente el excelente
territorio a su sobrino Lot y marcharse (Gn 13.14, 15) —el Señor tuvo a bien
prometer toda esa tierra, y más allá de ella, a Abram y sus descendientes. Nuestro
Dios bendice a los pacificadores (Mt 5.9).
(En Contacto)
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