En mi clase
el pasado Lunes, mientras el profesor solucionaba algunos asuntos con uno de
sus clientes, me puse a conversar con dos más de mis compañeras de estudio, una
creyente como yo y la otra una muchacha
que nos contaba su triste historia de niña, donde sufrió maltrato,
abandono y abuso, actualmente con una auto-estima baja, poca confianza en sí
misma, que tuvo que pasar por cosas muy duras en su vida, incluyendo la pérdida
de su audición por una infección mal tratada; cuando se vino para los Estados
Unidos, más o menos a la edad de 10 años, en la escuela le detectaron su
problema y de inmediato la atendieron de urgencia, la operaron y le restauraron
sus oídos, con lo cual pudo volver a escuchar y continuar sus estudios, los
cuales no pudo terminar, pues su primer marido también la maltrataba y a los 15
años ya tenía una niña; vivía con su abuela y posteriormente se separó de ese
hombre y se volvió a casar con otro con el que tiene dos niños más y que la
valora, la respeta y la motiva a que se siga superando.
Antes de
mudarse al Estado actual en que vive, el gobierno ofreció ayudarla con sus niños, con la
condición de que terminara su educación secundaria y ahora está haciendo un
curso de educación superior, que le va a permitir poder tener un mejor futuro
económico junto con su esposo y sus hijos.
¿Porque les
cuento esto? Porque mientras hablábamos y la invitábamos a la Iglesia, tratando
de explicarle la necesidad que tenia de conocer
más de Dios y acercarse a Él, pues solo por su gracia y misericordia,
ella había dado un giro positivo a su vida y no había terminado en drogas y
prostitución, yo pude sentir el gran amor de Dios y su misericordia, no solo
hacia ella, sino hacia mí misma y hacia toda la humanidad; para explicarlo de
alguna manera, aunque es inexplicable, podría decirles que sentía ganas de
llorar y una necesidad infinita de proteger a esa criatura, de cubrirla con el
amor de Cristo y de orar por ella, para que Dios le abriera sus oídos y ojos espirituales, aun cerrados, para
entender la necesidad que todos tenemos de ese amor y de esa misericordia de
Dios, para sanar nuestras heridas físicas, emocionales y espirituales.
Yo pude
experimentar el amor de Dios cuando
conocí a Jesús-Cristo, a través de su amor hacia una enferma moribunda
de cáncer, pero en aquel entonces
entendí de manera muy limitada, pues estaba sucia y mi mente confundida, acerca
de su amor, pero solo ahora, a través
del tiempo, vengo a saborear y entender un poquito más de ese inmenso amor y
misericordia de Dios hacia sus criaturas y eso hace que me sienta más cerca de
Él y su presencia y me vuelve más sensible a la condición espiritual de otras
personas que necesitan de Él
El problema
viene cuando tu tratas de hacerle ver a alguien la vida desde el punto de vista
de Dios, de su plan de vida y de su infinito amor y misericordia, porque hay muchas personas que piensan que creer en Dios es suficiente y que no
necesitan ir a una Iglesia, porque allí solo hay personas mentirosas,
hipócritas, materialistas y que lo único que les importa es el dinero o que lo
único que le interesa a la Iglesia son los diezmos.
Nosotros no
estamos para convencer a nadie ni para enfrascarnos en conversaciones
controversiales sobre esta forma de ver a las Iglesias Cristianas, estamos para
ser lámparas encendidas en la obscuridad y dar testimonio de nuestra vida y lo
que Dios ha hecho en nuestra vida, así como también para orar, rogar, pedir e
interceder por todos aquellos que necesitan una ayudadita para rendirse a la
voluntad de Dios y dejar que sea el poder de Dios el que obre en ellos a través
de su Espíritu Santo, Él es el único que puede convencer a alguien de justicia
y de juicio y crear arrepentimiento genuino para cambiar nuestra vida y
doblegar nuestra voluntad, nuestro orgullo y arrogancia.
Hoy quiero
compartirles este devocional con la convicción de que la oración es la mejor
manera que tenemos de ayudar a muchos, que Dios escucha y obra en esas personas
y que de esa manera no tendremos de que sentirnos orgullosos, pues la obra es
finalmente, de Dios y no nuestra y también decirles que no vale la pena sufrir
por los que aún no entran por la puerta estrecha (que aún no aceptan a Jesús)
porque eso no depende de nosotros sino de Dios y El sabrá el tiempo y las
circunstancias para cada persona. Nuestro deber es seguir orando y teniendo
compasión por otros, como la tuvo Jesús.
Tampoco nos
preocupemos por el trabajo de las iglesias pues por encima de todos esta
nuestro gran Pastor, Jesús y para El, somos sus ovejas, mansas e indefensas.
Para que tengas un panorama más amplio, en Ezequiel 34 Dios se refiere a los
falsos pastores y profetas y el tratamiento que tendrá con ellos y con sus
ovejas, este son algunos versículos
relacionados con sus ovejas.
“Lo
sacaré de los países donde ahora está preso; lo reuniré y lo llevaré de vuelta
a su tierra. Luego lo llevaré a las montañas de Israel, y a los arroyos, y a
todas las poblaciones del país, para que se alimente con la mejor comida.
Vivirá en las montañas más altas de Israel. Yo mismo le daré de comer y lo haré
descansar. Juro que así lo haré. »Yo cuidaré de mi pueblo como cuida un buen
pastor a sus ovejas. Mi pueblo anda perdido, pero yo lo buscaré. Se ha apartado
del camino, pero yo lo haré volver. Anda herido, pero yo vendaré sus heridas.
Está débil, pero yo le daré fuerzas. Y aun cuando esté gordo y fuerte, cuidaré
de él. »Y a ustedes, pueblo mío, quiero decirles
que seré justo, tanto con los débiles como con los fuertes. Algunos de ustedes
son como las ovejas, otros son como los carneros y otros son como los chivos.” Ezequiel 34:15-17 (NVI)
Autora:
Hefzi-ba Palomino
Escrito
para Devocional Diario
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.