domingo, 3 de noviembre de 2013

El compasivo amor de Dios




 En mi clase el pasado Lunes, mientras el profesor solucionaba algunos asuntos con uno de sus clientes, me puse a conversar con dos más de mis compañeras de estudio, una creyente como yo y la otra una muchacha  que nos contaba su triste historia de niña, donde sufrió maltrato, abandono y abuso, actualmente con una auto-estima baja, poca confianza en sí misma, que tuvo que pasar por cosas muy duras en su vida, incluyendo la pérdida de su audición por una infección mal tratada; cuando se vino para los Estados Unidos, más o menos a la edad de 10 años, en la escuela le detectaron su problema y de inmediato la atendieron de urgencia, la operaron y le restauraron sus oídos, con lo cual pudo volver a escuchar y continuar sus estudios, los cuales no pudo terminar, pues su primer marido también la maltrataba y a los 15 años ya tenía una niña; vivía con su abuela y posteriormente se separó de ese hombre y se volvió a casar con otro con el que tiene dos niños más y que la valora, la respeta y la motiva a que se siga superando.

 Antes de mudarse al Estado actual en que vive, el gobierno  ofreció ayudarla con sus niños, con la condición de que terminara su educación secundaria y ahora está haciendo un curso de educación superior, que le va a permitir poder tener un mejor futuro económico junto con su esposo y sus hijos.

¿Porque les cuento esto? Porque mientras hablábamos y la invitábamos a la Iglesia, tratando de explicarle la necesidad que tenia de conocer  más de Dios y acercarse a Él, pues solo por su gracia y misericordia, ella había dado un giro positivo a su vida y no había terminado en drogas y prostitución, yo pude sentir el gran amor de Dios y su misericordia, no solo hacia ella, sino hacia mí misma y hacia toda la humanidad; para explicarlo de alguna manera, aunque es inexplicable, podría decirles que sentía ganas de llorar y una necesidad infinita de proteger a esa criatura, de cubrirla con el amor de Cristo y de orar por ella, para que Dios le abriera sus oídos  y ojos espirituales, aun cerrados, para entender la necesidad que todos tenemos de ese amor y de esa misericordia de Dios, para sanar nuestras heridas físicas, emocionales y espirituales.

Yo pude experimentar el amor de Dios cuando  conocí a Jesús-Cristo, a través de su amor hacia una enferma moribunda de cáncer, pero  en aquel entonces entendí de manera muy limitada, pues estaba sucia y mi mente confundida, acerca de su amor,  pero solo ahora, a través del tiempo, vengo a saborear y entender un poquito más de ese inmenso amor y misericordia de Dios hacia sus criaturas y eso hace que me sienta más cerca de Él y su presencia y me vuelve más sensible a la condición espiritual de otras personas que necesitan de Él

El problema viene cuando tu tratas de hacerle ver a alguien la vida desde el punto de vista de Dios, de su plan de vida y de su infinito amor y misericordia, porque  hay muchas personas que piensan  que creer en Dios es suficiente y que no necesitan ir a una Iglesia, porque allí solo hay personas mentirosas, hipócritas, materialistas y que lo único que les importa es el dinero o que lo único que le interesa a la Iglesia son los diezmos.

Nosotros no estamos para convencer a nadie ni para enfrascarnos en conversaciones controversiales sobre esta forma de ver a las Iglesias Cristianas, estamos para ser lámparas encendidas en la obscuridad y dar testimonio de nuestra vida y lo que Dios ha hecho en nuestra vida, así como también para orar, rogar, pedir e interceder por todos aquellos que necesitan una ayudadita para rendirse a la voluntad de Dios y dejar que sea el poder de Dios el que obre en ellos a través de su Espíritu Santo, Él es el único que puede convencer a alguien de justicia y de juicio y crear arrepentimiento genuino para cambiar nuestra vida y doblegar nuestra voluntad, nuestro orgullo y arrogancia.

Hoy quiero compartirles este devocional con la convicción de que la oración es la mejor manera que tenemos de ayudar a muchos, que Dios escucha y obra en esas personas y que de esa manera no tendremos de que sentirnos orgullosos, pues la obra es finalmente, de Dios y no nuestra y también decirles que no vale la pena sufrir por los que aún no entran por la puerta estrecha (que aún no aceptan a Jesús) porque eso no depende de nosotros sino de Dios y El sabrá el tiempo y las circunstancias para cada persona. Nuestro deber es seguir orando y teniendo compasión por otros, como la tuvo Jesús.

Tampoco nos preocupemos por el trabajo de las iglesias pues por encima de todos esta nuestro gran Pastor, Jesús y para El, somos sus ovejas, mansas e indefensas. Para que tengas un panorama más amplio, en Ezequiel 34 Dios se refiere a los falsos pastores y profetas y el tratamiento que tendrá con ellos y con sus ovejas, este  son algunos versículos relacionados con sus ovejas.

    “Lo sacaré de los países donde ahora está preso; lo reuniré y lo llevaré de vuelta a su tierra. Luego lo llevaré a las montañas de Israel, y a los arroyos, y a todas las poblaciones del país, para que se alimente con la mejor comida. Vivirá en las montañas más altas de Israel. Yo mismo le daré de comer y lo haré descansar. Juro que así lo haré. »Yo cuidaré de mi pueblo como cuida un buen pastor a sus ovejas. Mi pueblo anda perdido, pero yo lo buscaré. Se ha apartado del camino, pero yo lo haré volver. Anda herido, pero yo vendaré sus heridas. Está débil, pero yo le daré fuerzas. Y aun cuando esté gordo y fuerte, cuidaré de él.  »Y a ustedes, pueblo mío, quiero decirles que seré justo, tanto con los débiles como con los fuertes. Algunos de ustedes son como las ovejas, otros son como los carneros y otros son como los chivos.”     Ezequiel 34:15-17 (NVI)

Autora: Hefzi-ba Palomino
Escrito para Devocional Diario

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