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Romanos 12:14-21 | El sargento Richard Kirkland fue un soldado confederado
durante la Guerra Civil en los Estados Unidos (1861-1865). Cuando el fracaso
del ejército de la Unión durante la Batalla de Fredericksburg dejó abandonados
a los soldados en tierra de nadie, Kirkland consiguió permiso para socorrerlos.
Con varias cantimploras, saltó la pared de piedra y se inclinó para ayudar al
primer soldado. Corriendo gran riesgo, el «Ángel de Marye’s Heights» extendió
la misericordia de Cristo a soldados enemigos.
Si bien
pocos nos enfrentaremos a enemigos en un campo de batalla, sí hallaremos
personas sufrientes por todas partes, que luchan contra la soledad, la pérdida,
los problemas de salud y el pecado. Sus clamores, silenciados por nuestras
numerosas distracciones, ruegan pidiendo misericordia y consuelo, esperanza y
auxilio.
El ejemplo
de Kirkland al demostrar la compasión de Cristo puso en práctica el mandato de
amar a los enemigos (Mateo 5:44). Pablo amplió este tema al citar Proverbios
25:21: «Así que, si tu enemigo tuviere hambre, dale de comer; si tuviere sed,
dale de beber» (Romanos 12:20). «No seas vencido de lo malo, sino vence con el
bien el mal», fue su instrucción (v. 21).
El desafío
de Pablo nos insta a imitar al sargento Kirkland. Hoy es el día de «saltar la
pared» de la seguridad para brindar el consuelo de Dios a los necesitados.
«Podemos
ser amables aunque alguien no nos agrade». —Samuel Johnson
(Nuestro
Pan Diario)
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