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Mateo 5.14-16 | Es lamentable darse cuenta de que hay muchas personas cuyas
vidas carecen de un propósito verdadero. Cabría esperar eso de quienes no
conocen a Dios, pero como creyentes debemos dar testimonio con nuestras vidas
de que Dios tiene un propósito específico para cada persona. Al pensar en lo
que Él ha invertido en nosotros, no debería sorprendernos el que podamos
impactar de una manera poderosa a quienes están en nuestro círculo de
influencia.
En el
pasaje de hoy, el Señor Jesús describe a los creyentes como luz, y nos llama a
ser un reflejo de Él en una cultura oscurecida por el pecado. Así como la luna
refleja la luz del sol, somos llamados a dejar que la verdad y la hermosura del
Cristo que vive en nosotros, brille a través de nuestra conducta, conversación
y carácter. Al hacerlo, tenemos que repudiar el pecado porque éste debilita
nuestra luz, de la misma forma en que sucede con la suciedad sobre el cristal
de una linterna.
Nuestra
influencia sobre los demás debe ser intencional. Debemos preguntarnos a nosotros
mismos a qué personas estamos impactando. ¿Estamos, en realidad, marcando una
diferencia en la vida de alguien? El hecho es que podemos influenciar de muchas
maneras. Por ejemplo, piense en el impacto de la oración. Las posibilidades que
nos brinda son inmensas —los frutos de la oración pueden extenderse hasta los
lugares más remotos de la Tierra cuando estamos de rodillas delante del Señor.
Nunca
subestime su alcance y su círculo de influencia cuando es obediente a Dios. Si
se somete a Él, experimentará lo que significa ser “la luz del mundo”.
(En
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