Un tiempo
después de que Pablo escribiera la primera carta, mientras permanecía en Efeso, le
llegaron malas noticias; quizás a través de Timoteo y otros hermanos (1
Corintios 16:10-12). Se enteró, por ejemplo, que algunos (especialmente los
judaizantes) no respetaban ni daban muestras de aprecio a su apostolado.
Sintió mucho que los corintios no
hubieran obedecido las instrucciones que les envió en 1 Corintios, especialmente
acerca del hombre que causaba tanto escándalo con su conducta entre ellos. A
raíz de esta información, el apóstol escribió una carta muy severa, en la cual
defendía su apostolado y daba órdenes terminantes a la iglesia para acabar de
una vez por todas con los problemas que existían allí. Si leemos cuidadosamente
2 Corintios 2:3 nos daremos cuenta de que esta carta severa la escribió con
profunda tristeza en el corazón y con grimas por las cosas que estaban asando.
Tan drástica fue esa carta (la cual no está en el Nuevo Testamento), que después
él se lamentó de haberla escrito, aunque reconocía el provecho que la misma
había causado (2 Corintios 7:8).
Pablo, tiempo después de enviar esa
carta severa con Tito, salió rumbo a Macedonia; pero en Troas se encontró con
las buenas noticias del efecto de su carta (que nosotros desconocemos). (Véase 2
Corintios 7:6-12.) En vista de esto, probablemente desde Filipos. Pablo escribió
esta carta, que conocemos como 2 Corintios. Ya en esta epístola se nota un tono
más afectuoso y personal de parte del apóstol hacia la iglesia de Corinto.
Exposición bíblica
I. La consolación en Cristo (2 Corintios
1:3-11).
A. Consolados para consolar a otros
Después de expresar su saludo apostólico
"a la iglesia de Dios que está en Corinto", Pablo prorrumpe en alabanzas a Dios,
reconociéndolo como el "Padre de nuestro Señor Jesucristo". También glorifica a
Dios en este torrente de elogios como el Padre de toda misericordia y "Dios de
toda consolación". Es decir, el Dios que imparte aliento y consuelo a todos, en
todo el sentido de la palabra. Tanto Pablo como los hermanos corintios estaban
convencidos de que Dios es consolador, porque Él los había alentado en todas sus
tribulaciones, esto es, en todas las pruebas y dificultades que les habían
sobrevenido por causa del evangelio.
La mayor parte de las tribulaciones le
sobrevinieron a Pablo como resultado de su ministerio. Sin embargo, Dios también
consuela a los creyentes en "todas" sus tribulaciones, no importa de dónde
provengan éstas.
Pregunta: ¿Cuál era el propósito de
Dios al consolarlas?
Alguien dijo que Dios no nos consuela
solamente para que seamos consolados sino para que seamos consoladores. El nos
alienta de tal manera que podamos alentar a otras personas en cualquier
dificultad, aflicción o desaliento. En otras palabras, el propósito de Dios es
que nosotros sirvamos de cauces por medio de los cuales su consolación divina
pueda fluir a otros que estén pasando por momentos de dificultades y se sientan
oprimidos por las circunstancias, el mundo y el diablo
Enseñanza práctica
Existen hoy muchos libros de
ilustraciones en cualquier librería. Un orador público o un predicador pueden
hallar una ilustración sobre casi cualquier tema que se le ocurra. Sin embargo,
un oyente atento puede detectar inmediatamente la diferencia que hay entre una
ilustración aprendida de un libro y una experimentada en la vida real del que
habla.
A una persona que esté pasando por
momentos de aprietos y dificultades le resulta de mucho más consuelo oír que
alguien diga: "Esto me sucedió, pero por la gracia de Dios salí victorioso", que
cuando. el que habla se refiere a algo que él no experimentó.
Recuerde esto cuando le toque pasar por
otra circunstancia apremiante, a fin de que sus pruebas y aflicciones le puedan
servir de preparación para ayudar a otros. Cada vez que tenga que enfrentarse a
una dificultad piense en que Dios puede estar dándole la oportunidad de aprender
algo nuevo para ayudar a alguien.
Pregunta: ¿Se expresó Pablo de esta
manera únicamente porque para él las cosas marchaban muy bien en esos momentos?
Por el contrario, al momento de escribir
estas palabras, el apóstol estaba pasando por serias dificultades, anticipando
de los sufrimientos de Cristo. Pero así como abundaban las aflicciones también
abundaba la consolación de parte del Señor; la cual era más que suficiente.
Pregunta: ¿Qué incentivo dominaba la
mente y la acción de Pablo cuando experimentaba momentos de dificultad y de
consolación?
El apóstol soportaba las tribulaciones
para que los creyentes a quienes él había ganado disfrutaran de aliento y
salvación. La salvación de ellos, a la vez, se hada eficaz solamente en la
medida en que ellos estuvieran dispuestos a sufrir las mismas aflicciones por
las que estaban pasando Pablo y sus acompañantes. De la misma manera también
recibía consolación para que los creyentes fueran consolados. Y salvos. La
salvación en este caso significa al más que ser convertidos del pecado. En ella
se incluyen todas las bendiciones y triunfos que Cristo logró para nosotros al
morir y resucitar por nuestro bien.
Pregunta: ¿Qué esperanzas abrigaba
Pablo en cuanto a los creyentes de Corinto?
El les asegura que "nuestra esperanza
respecto de vosotros es firme" (versículo 7). El tenía mucha confianza de que
así como los corintios habían sido firmes en las tribulaciones pasadas también
lo serían en el futuro. El esperaba que ellos siguieran siendo partícipes de los
sufrimientos que se experimentan por causa del evangelio. Asimismo ellos habrían
de seguir firmes en la consolación de Cristo, a fin de que pudieran consolar
también a otros.
B. Liberados por el poder resucitador de Dios
Para poder recalcar el hecho de que Dios
es poderoso para librar y consolar a los suyos, Pablo recurrió a su testimonio
personal. Les contó a los corintios en su carta la forma en que Dios había
obrado para con él y los que lo acompañaban en Asia, es decir, en Efeso cuando
tuvieron que enfrentarse a dificultades, aflicciones, persecución y desaliento.
El ya había hecho mención de esto en 1 Corintios 15:82. Ahora él explica que
fueron abrumados sobremanera más allá de lo que las fuerzas humanas pueden
resistir (versículo 8). Tan apremiantes eran las circunstancias por las que
tuvieron que pasar que en su desesperación pensaban que allí tendrían que
enfrentarse a la muerte, "de tal modo que aun perdimos la esperanza de conservar
la vida". Pero en esa situación en que se encontraban, sintiendo en sí mismos
"sentencia de muerte", sólo les quedaba el recurso del poder de Dios.
Pregunta: ¿Por qué permitió Dios que
Pablo y sus compañeras pasaran por todas estas tribulaciones?
Lo que el Señor quería era que ellos
dejaran de depender de sí mismos. El quería que se enfrentaran con la muerte
cara a cara y que no tuvieran miedo de morir por causa de su fe, porque sabían
que Dios es poderoso para levantar aun de la muerte a los que le obedecen.
Pregunta: ¿Quería Dios que sus
siervos desearan ser muertos como mártires del evangelio?
De ninguna manera. La Biblia no enseña
que haya ventaja alguna en morir como mártir por la fe. Es más importante vivir
por Cristo que morir por El. Pero muchas veces, para poder vivir el tipo de vida
que El espera que vivamos tenemos que enfrentarnos a peligros de muerte. Esto
fue lo que le aconteció a Pablo y, su equipo, pero Dios los protegió
milagrosamente. El Dios que es poderoso para resucitar a los muertos también lo
es para salvar, rescatar y librar a los vivos. El apóstol también abrigaba la
esperanza de que Dios seguirla protegiéndolos en el futuro.
Otra cosa que Pablo reconocía y hacía
ver en su carta era su confianza en que los corintios tenían una parte muy
importante en esa protección de parte de Dos a través de sus oraciones por él.
Lo mismo podían hacer muchos otros cristianos. De manera que en esto se
presentaba una gran oportunidad de que muchos participaran en dar gracias a Dios
por su poder liberador.
II. Las promesas de Dios en Cristo (2
Corintios 1:16-22)
A. Todas las promesas del Señor son nuestras
Aparentemente algunos acusaban a Pablo
de ser voluble o estar indeciso en cuanto a una nueva visita a la iglesia de
Corinto. Pero el apóstol responde en esta carta con una explicación de que sus
planes no habían sido elaborados en tal forma que su "sí" pudiera ser al mismo
tiempo un "no." Esa no era su manera de proceder. El servía a un Dios
absolutamente fiel y quería conducirse con igual grado de confiabilidad. Por esa
razón sus palabras y sus promesas debían ser muy firmes y nunca dar lugar a tal
volubilidad como para ser sí y no al mismo tiempo. Para mostrarles que las cosas
no eran como algunos suponían, él les hizo recordar que cuando predicó el
evangelio en Corinto en compañía de Silvano (Silas) y Timoteo no lo anunciaron
como sí y no al mismo tiempo. Esto era algo totalmente imposible, dada la
naturaleza del evangelio, porque Cristo es solamente "sí". En otras palabras,
ellos predicaron un evangelio positivo. Ellos no proclamaban a un Cristo que
probablemente salvara a los pecadores. Cuando lo proclamaron como sanador no
dijeron que Jesús probablemente sanaría a los enfermos. Cuando hablaron del
Espíritu Santo no se refirieron a El como alguien que posiblemente bautizara a
los creyentes. Todas las cosas que anunciaban en su predicación eran proclamadas
con una certidumbre indiscutible.
Pregunta: ¿Con qué bases contaban
estos predicadores para anunciar el evangelio con tanta seguridad?
En Cristo Jesús sólo hay un sí para
todas las promesas de Dios. El ya estampó el inquebrantable amén a todas ellas.
Todo lo que falta es que nosotros también apliquemos nuestro "amén".
Enseñanza práctica
Una de las herejías más sutiles con
relación a las Escrituras (aceptada todavía por muchos indecisos en la
actualidad) implica que la Biblia no puede ser aceptada a primera vista tal como
se lee. Esta distorsionada enseñanza dice que la Biblia "viene a ser" Palabra de
Dios para cada individuo en su situación particular. Esto significaría, por
ejemplo, que una promesa podría ser real para una persona en su situación
particular, pero que la misma promesa podría ser nula para otro individuo aunque
se encontrara en las mismas circunstancias.
Pablo aclara perfectamente que las
promesas de Dios no pueden ser sí y no al mismo tiempo. Todas las promesas
divinas son en Cristo sí y amén para todos aquellos que confíen definitivamente
en la Palabra de Dios.
Es muy importante que reconozcamos esta
naturaleza positiva de la predicación evangélica de los apóstoles. Ellos siempre
presentaban pruebas positivas. Ellos declaraban firmemente que lo que Dios hizo
fue hecho conforme a las Escrituras. Siempre se enfrentaron a la gente con la
declaración de que el evangelio era `buenas nuevas". Cristo ya estampó su divino
sí y su amén a todas las promesas de Dios que se encuentran registradas en las
Escrituras. De nuestra parte está el que creamos y confiemos en El, y pongamos
nuestro propio amén a dichas promesas. Esto, por supuesto, no lo podemos hacer
por nuestra propia cuenta, porque cuando nos miramos introspectivamente luego
nos damos cuenta de que en nuestro corazón sólo existe una sentencia de muerte.
Todos pecamos y estamos destituidos de la gloria de Dios (Romanos 8:28; 6:28).
Sí podemos confiar y actuar por medio de Jesucristo, y Dios es glorificado
cuando lo hacemos así.
Enseñanza práctica
Jesús predicó y enseñó siempre un
mensaje positivo. A cualquier lugar adonde fuera siempre iba haciendo bien a
todos. Esto no quiere decir que no actuara con firmeza contra el pecado, siempre
que fuese necesario. El denunció la hipocresía y el engaño de la religión que
anuncia los líderes de los judíos. No obstante, sanó con amor a los enfermos e
hizo uso de palabras bondadosas y tiernas para consolar a los quebrantados de
corazón. Predicó contra el pecado, pero también le señaló al hombre el camino
para ser justificado delante de Dios. A menudo anunció el justo juicio de Dios,
pero con mayor frecuencia se refirió al perdón que hay disponible para el
penitente.
Jesús se enfrentó diariamente con la
realidad del odio, el enojo y la amargura de los hombres. Pero recalcó la
comprensión, la simpatía, la buena voluntad, la confianza y el amor entre los
humanos. El reconoció la realidad del infierno, pero presentó un cuadro muy
bello del cielo. Habló de la muerte, pero hizo énfasis en la vida eterna.
Pablo impartió las enseñanzas del Señor.
El le escribió a Timoteo en los siguientes términos: "Porque no nos ha dado Dios
espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio» (2 Timoteo
1:7). A los creyentes de Corinto y de Filipos les escribió: "A Dios gracias, el
cual nos lleva siempre en triunfo en Cristo Jesús" (2 Corintios 2:14); "Todo lo
puedo en Cristo que me fortalece" (Filipenses 4:13).
B. Dios nos ha dado un anticipo
Pregunta: ¿De qué otra manera había
demostrado Dios su fidelidad?
El había fortalecido a los creyentes
corintios por medio de Cristo, juntamente con Pablo y sus compañeros,
haciéndolos fieles discípulos del Señor. No sólo habla Pablo de haber sido
confirmado en Cristo, junto con todos, sino que también asegura que Dios fue
quien los "ungió". Es decir, Dios los había ungido (como a reyes y sacerdotes);
esto es, Él los había ungido con su Santo Espíritu para el servicio. Además Dios
también los había "sellado". Esto del sello espiritual consiste en una marca
distintiva que Dios pone en los suyos por medio del Espíritu Santo, llenándolos
de poder y de gracia para el servicio. Esto lo realiza el Señor depositando en
el creyente "las arras del Espíritu" (versículo 22). Esas arras o prendas del
Espíritu Santo se constituyen en un anticipo, o un irgo inicial que da Dios al
corazón del cristiano.
Pregunta: ¿En qué sentido es un
sello el bautismo en el Espíritu Santo?
En los tiempos bíblicos, un sello era
una marca que servía como señal de propiedad, aceptación o autoridad. El
bautismo en el Espíritu Santo es una señal visible en la vida del creyente de
que pertenece a Dios. Este hecho también es un testimonio de la fe que el
cristiano ha puesto en su Señor. El bautismo en el Espíritu Santo demuestra
además la autoridad y el poder que el hijo de Dios ha recibido de parte de Jesús
(Mateo 28:18-20; Lucas 24:49).
Pregunta: ¿En qué sentido es el
bautismo en el Espíritu Santo algo que se pueda comparar con "las arras" o un
pago inicial o prenda en la vida cristiana?
El bautismo en el Espíritu Santo es más
que una mera prenda de nuestra herencia espiritual. Este evento es en sí parte
integral de todo lo que seremos y recibiremos de parte de Dios cuando .Jesús
venga y nosotros seamos transformados para llegar a ser tal como El es. Las
arras del Espíritu se constituyen en una garantía formal de la plenitud de la
herencia que recibiremos.
También podemos considerar el bautismo
en el Espíritu Santo como una prenda o un pago anticipado en el sentido de que
debemos estar siempre llenos del Espíritu Santo (Efesios :18). Esto alude a la
posibilidad de experimentar un continuo y renovado derramamiento espiritual cada
vez que el creyente reconoce sus necesidades espirituales. Esta es la forma en
la que el Espíritu Santo sigue manifestándose y demostrando su poder en nuestra
vida.
III. El triunfo en Cristo (2 Corintios
2:14-17).
A. Ya contamos con el triunfo.
Dios hada que Pablo siempre
obtuviera el triunfo en Cristo cada vez que predicaba el evangelio. Es probable
que cuando Pablo escribiera estas cosas tuviera presente el acontecimiento de la
procesión triunfal con la que se recibía a un conquistador romano cuando
regresaba a Roma después de alcanzar una victoria más. Sin embargo el cristiano,
aun en medio de la talla y mientras está enfrentándose a todo tipo de
dificultades, problemas y sufrimientos, disfruta del triunfo, ya pertenece alado
ganador, ya forma parte del desfile triunfal del pueblo de Dios en Cristo.
Enseñanza práctica
El antiguo historiador judío Flavio
Josefo inca que es imposible describir el regreso triunfal de Tito y Vespaciano
a ciudad de Roma después de sus campañas de conquista. El dice que había tanto
oro y plata que parecían correr como un río.
Un cuadro semejante a este es el que
Pablo tiene presente en el versículo 14. Sin embargo, en lugar de referirse a un
rey terrenal el apóstol se refiere a Cristo Jesús. El también se veía a sí mismo
y veía a todos los cristianos como parte de esa marcha triunfal. La victoria ya
había sido ganada por el Capitán de nuestra salvación: el Señor Jesucristo.
Pregunta: ¿Dónde se obtuvo la
verdadera victoria?
Ese triunfo maravilloso se alcanzó en el
Calvario. Cristo triunfó sobre la muerte por medio de su muerte sacrificial. En
su resurrección triunfal se nos garantiza que nosotros también resucitaremos
victoriosos de la tumba.
B. El grato olor de Cristo
En el Antiguo Testamento se habla mucho
acerca de los sacrificios u ofrendas aceptables como un olor fragante para Dios.
Pablo consideraba la predicación de las buenas nuevas de la muerte y
resurrección de Jesucristo como una fragancia de Cristo, aceptable a Dios en
todo lugar donde era proclamada. De la misma manera, los que se ocupan en
propagar estas buenas nuevas se convierten en olor agradable a Dios. A través de
la predicación y el testimonio, este olor hace un efecto real tanto en los que
se salvan como en los que se pierden. Para los que se pierden es como olor de
muerte para muerte, pero para los que se salvan es fragancia de vida eterna.
Lo anterior indica que nuestro
testimonio y nuestra predicación son aceptados por Dios ya sea que la gente
acepte o rechace el evangelio. Jesús les indicó claramente a sus discípulos que
no todos recibirían su palabra, pero que nadie podría ser indiferente después de
escuchar el mensaje. El que ha oído el evangelio tiene que tomar una decisión:
aceptarlo, o rechazarlo; pero sea como fuere la reacción del que oye, nuestra
predicación es un olor agradable a Dios.
C. Una predicación pura y sincera
Sobre nosotros pesa la gran
responsabilidad de la predicación del evangelio. Debemos tener cuidado de que
nuestra predicación provenga de una motivación genuina. Debemos presentar
correctamente la Palabra de Dios como se recomienda en 2 Timoteo 2:15. No hay
razón para que cualquier creyente no vea el mensaje de Dios en la presentación
clara y sencilla de la Palabra. Lo que uno tiene que hacer es comparar un pasaje
con otro y entender cada cosa en relación con su contexto. Pablo predicaba un
mensaje genuino y era motivado por una causa genuina, por eso pudo decir: "con
sinceridad, como de parte de Dios, hablamos en Cristo" (versículo 17)
Enseñanza práctica
En esta lección hemos visto cómo Dios es
fiel en el cumplimiento de sus promesas. Esto nos obliga a que seamos fieles
nosotros también en la presentación de su mensaje. Cristo nos conoce y se
compadece de nosotros (Hebreos 4:14-16). El simpatiza con nosotros y nos ayuda
(Hebreos 2:17, 18). Su gracia y su poder son suficientes para hacernos triunfar
en cualquier situación (2 Corintios 12:9).
PUBLICADO POR FELIX ABREU
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