Leer |
Zacarías 4.1-14 | En la visión que Dios le dio a Zacarías, la montaña es una
ilustración de barrera u obstáculo. Podríamos preguntarnos qué puede enseñarnos
hoy la extraña visión del profeta.
Zorobabel,
líder de Judá, y un grupo de 50.000 cautivos habían sido liberados por los
babilonios para que volvieran a Jerusalén. Allí, comenzaron a reconstruir los
muros del templo, pero fueron atacados por vecinos hostiles. Como resultado, el
pueblo de Dios se desanimó y estuvo a punto de darse por vencido.
En el v. 6,
Dios le recordó a Zorobabel por medio de Zacarías, que el avance no era “con
ejército, ni con fuerza, sino con [su] Espíritu”. En otras palabras, cuando
Dios nos llama a una tarea, Él mismo asume la responsabilidad de quitar los
obstáculos. El Señor pregunta después: “¿Quién eres tú, oh gran monte?” Nada
más que una llanura quedaría después que Él actuara por medio de Zorobabel.
Dios nunca
ha querido que emprendamos tareas insuperables. Por eso debemos confiar en el
poder del Espíritu Santo que habita en nosotros. Somos como el candelabro (v.
2) que debía mantenerse ardiendo en el templo todo el tiempo. En la visión de
Zacarías, los olivos a cada lado del candelabro estaban derramando aceite
directamente en su depósito, sin ninguna ayuda de los sacerdotes (v. 12).
Al igual
que esos olivos, el Espíritu Santo era la promesa de ayuda continua de Dios al
pueblo desalentado. Nosotros, también, podemos tener la confianza de que el
Señor derrama su Espíritu en nuestras vidas para que nos ayude cuando estemos
frente a las “montañas” de la vida.
(En
Contacto)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.