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Levítico 19:9-15 | Cuando las tormentas de nieve sepultan las tierras de
pastoreo, los hacendados son quienes se ocupan de alimentar a sus animales.
Mientras esparcen el heno, los animales más fuertes se abren paso hacia el
frente. Los tímidos o enfermos consiguen comer poco o nada, a menos que él
intervenga.
Los obreros
en campamentos de refugiados o en almacenes de alimentos reportan un
comportamiento similar. Cuando abren las puertas a los necesitados, los débiles
y los tímidos, estos tal vez no llegan hasta el frente. Como sucede con los
hacendados, estos medios de ayuda humanitaria deben adoptar medidas para
asegurarse de que sus servicios lleguen a los marginados más débiles, cansados
y enfermos.
Estos
grupos practican el principio establecido por Dios hace tiempo. En Levítico 19,
Moisés instruyó a los agricultores a dejar parte de sus cosechas para los
pobres y los extranjeros, de modo que tuvieran algo para comer (vv. 9-10).
Nosotros
también podemos servir como cuidadores de los débiles y los cansados, y honrar
a Dios ayudando de diferentes maneras: maestros incentivando a alumnos callados
a que se expresen, obreros acompañándose en sus luchas, prisioneros cuidando a
los recién llegados o padres prestando atención a sus hijos.
Mientras
procuramos servir a los necesitados, que la gracia de Dios que nos salvó cuando
nos hacía falta nos impulse a alcanzar a otros que están en la misma condición.
Al servir a
los demás, servimos a Dios
(Nuestro
Pan Diario)
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