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Corintios 12:12-27 | En su fiesta de cumpleaños, la invitada de honor invirtió
las cosas al darle un regalo a todos los presentes. Cristina le entregó a cada
uno una nota donde expresaba lo que esa persona significaba para ella, junto
con palabras alentadoras sobre lo que Dios había planeado para sus vidas.
Además de la nota, incluyó una pieza de rompecabezas, como un recordatorio de
que cada uno es único e importante en el plan divino.
Esa
experiencia me ayudó a leer 1 Corintios 12 con una nueva perspectiva. Pablo
comparó la Iglesia, el cuerpo de Cristo, con un cuerpo humano. Así como nuestro
cuerpo físico tiene manos, pies, ojos y oídos, y todos son parte de un mismo
cuerpo, ningún seguidor de Cristo puede declararse independiente del cuerpo ni
ninguna parte puede decirle a otra que es innecesaria (vv. 12-17). «Dios ha
colocado los miembros cada uno de ellos en el cuerpo, como él quiso» (v. 18).
Es fácil
sentirse más insignificante que otros cuyos dones son diferentes o quizá más
visibles. No obstante, el Señor desea que nos veamos como Él lo hace: creados
en forma exclusiva y altamente valorados por Él.
Eres una
pieza del cuadro que sin ti está incompleto. Dios te ha dotado para que seas
una parte importante del cuerpo de Cristo, para honrarlo.
Tu vida es
un regalo de Dios; conviértela en un regalo para Él.
(Nuestro
Pan Diario)
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