LEA:
Deuteronomio 10:12-22 | «El corazón no se juzga por cuánto amas, sino por
cuánto te aman los demás». Vi esta cita atribuida al Mago de Oz en una placa en
la pared de una tienda de regalos.
El Mago de
Oz tal vez sea una buena historia, pero no es una fuente confiable de
información espiritual. Dios dijo algo muy diferente. Según Él, el mayor
mandamiento es amar… amarlo a Él primero y después a los demás (Marcos
12:29-31). Las Escrituras no alientan a esperar que ese amor sea retribuido. En
realidad, Jesús declaró lo opuesto en su sermón más famoso: «Bienaventurados
sois cuando por mi causa os vituperen y os persigan, y digan toda clase de mal
contra vosotros, mintiendo. Gozaos y alegraos, porque vuestro galardón es
grande en los cielos…» (Mateo 5:11-12).
En lo que
respecta a amar, lo que necesitamos saber es esto: Todo el amor empieza con
Dios (1 Juan 4:19). Como Moisés les dijo a los israelitas, Dios se deleitaba en
ellos para amarlos (Deuteronomio 10:15), y debido a esto, ellos tenían que amar
a los demás, incluso a los extranjeros (v. 19). La intención de Dios es que
todos aquellos que reciben su amor se conviertan en canales de ese amor hacia
los demás.
Fuera de
Dios, quien es amor en sí mismo, ninguno de nosotros podría amar ni ser amado
de verdad (1 Juan 4:7-8).
El que no
ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor. —1 Juan 4:8
(Nuestro
Pan Diario)
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