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Santiago 2.10 | Piense en cómo se siente usted cuando hace algo incorrecto. Lo
más probable es que el aguijón de su conciencia le haga sentirse culpable.
¿Qué es el
sentimiento de culpa? Quizás piense que es una molesta sensación de que el
Señor le va castigar, o un sentimiento de aislamiento por una oscura nube de
remordimiento. Obviamente, hay diferentes maneras de enfrentar la culpa;
determinar exactamente lo que es, nos permitirá avanzar en el camino hacia la
madurez espiritual.
Cuando
nuestra conducta contradice la guía del Espíritu de Dios que habita en
nosotros, sentimos culpa. Dicho de otra manera, esta respuesta emocional revela
que nos hacemos responsables por haber hecho algo malo, ya sea con un
pensamiento, una acción, una palabra imprudente, o algo más.
Aunque es
bueno tener esta alarma interior, tenemos que evitar la tendencia a sumergirnos
en la vergüenza.
A veces,
nos portamos tan mal que somos vencidos del todo por el remordimiento, y nos
negamos a dejar que las olas del pesar pasen de largo. Podemos autocastigarnos
caminando en esas agitadas aguas durante un tiempo.
Cuando
lleguen esos momentos, debemos recordar que Jesucristo pagó la deuda por todos
nuestros pecados. Esto significa que Él ya pagó el precio de nuestras faltas, y
que hemos sido declarados “inocentes”. Nuestro pecado yace muerto en la cruz,
lo mismo que nuestra culpa. Aunque debemos siempre asumir la responsabilidad de
nuestras acciones, tenemos la libertad de hacerlo sin la carga de sentimientos
de culpa.
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