Leer | Juan
14.23-26 | Jesús aseguró a sus seguidores que les convenía que Él se marchara
de la Tierra. Así podría enviar su Espíritu, que juega un papel esencial en la
vida de cada creyente (Jn 16.7).
El Espíritu
Santo que habita en nosotros nos sirve como:
• Seguridad. En el momento de la salvación, somos sellados
en Cristo por la tercera persona de la Trinidad. La presencia del Espíritu de
Dios nos marca como hijos del Padre, y garantiza que perteneceremos a Él para
siempre (Ef 1.13, 14).
• Ayudador. El Espíritu Santo provee sabiduría,
conocimiento y entendimiento (1 Co 2.12). Por ser divino, conoce maneras de
ayudarnos que ningún simple mortal puede siquiera imaginar. Él nos fortalece
cuando estamos debilitados, y ora por nosotros cuando no sabemos cómo hacerlo
(Ro 8.26).
• Guía. El Espíritu Santo puede dirigirnos
apropiadamente pues conoce la verdad de cada situación, los corazones de las
personas que nos rodean, y nuestros motivos y actitudes. Su guía será siempre
correcta porque Él conoce la voluntad del Señor para nosotros (1 Co 2.9-11).
Podemos confiar en lo que Él dice, pues no habla por su propia iniciativa, sino
comunica lo que escucha del Padre (Jn 16.13, 14).
• Fuente de poder espiritual. El Espíritu libera su poder en
nuestras vidas con el fin de que realicemos un servicio fructífero y vivamos en
santidad (Ef 3.16). Esta autoridad divina está siempre a nuestra disposición si
nos rendimos a su control.
El Espíritu
santo es plenamente Dios, y vive dentro de nosotros para que llevemos a cabo
los propósitos divinos del Dios trino. ¿Está usted siguiendo su
dirección?
(En Contacto)
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