Leer | Juan
16.33 | La Biblia nos enseña varias lecciones prácticas sobre el sufrimiento: Primero,
está bien pedir una alternativa al sufrimiento, como lo hizo Jesús, pero
debemos elegir la voluntad de Dios por encima de todo. Nuestra mejor respuesta
a la adversidad es “Señor, ¿qué quieres que aprenda por medio de esto?”
Segundo, en la noche que fue traicionado, el
Señor Jesús pidió a sus amigos más cercanos que se mantuvieran despiertos para
orar. Necesitamos contar con el apoyo de amistades cristianas, especialmente
durante las pruebas. Los amigos verdaderos nos dirán la verdad con afabilidad,
animarán y orarán por nosotros.
Tercero, es natural que tengamos dificultades
para orar cuando el dolor es intenso. En esos momentos, un simple “Ayúdame” es
suficiente. Dios quiere que reconozcamos su señorío, pero no espera que
tengamos las palabras perfectas. Él sabe lo que necesitamos antes de pedir, y
tiene el poder de dárnoslo.
Cuarto, debemos resistir la tentación de
culpar a otros. Jesús fue traicionado y rechazado, pero le pidió a Dios que
perdonara a quienes lo crucificaron. Del mismo modo, no debemos culpar a los
demás por nuestro dolor. Al acudir a Dios en tiempos difíciles, elegimos
confiar en su autoridad final. Es posible que nuestro Padre celestial no haya
causado la dificultad, pero sí la permitió, y la usará para su gloria y para
nuestro bien.
Por amor, Dios permite el dolor, pero también
le pone un límite a su duración e intensidad. Usted no sufre sin que esté
presente Aquel que le sostendrá, ayudará y, al final, le sacará adelante en su
angustia.
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