LEA: Hechos
4:1-13 | Viajaba con un grupo de hombres cuando detectamos a una familia varada
al costado del camino. Mis amigos detuvieron el automóvil de inmediato para
ayudarlos. Lograron poner el motor en funcionamiento, hablaron con el
matrimonio y les dieron dinero para comprar combustible.
Cuando la
mujer les agradecía una y otra vez, ellos respondieron: «Es un placer
ayudarlos, y lo hacemos en el nombre de Jesús». Cuando seguimos camino, pensé
en la naturalidad con que estos amigos ayudaron a esas personas necesitadas y
reconocieron que el Señor era la fuente de su generosidad.
Pedro y
Juan exhibieron esa misma actitud generosa y llena de gozo cuando sanaron a un
paralítico que mendigaba en la puerta del templo de Jerusalén (Hechos 3:1-10).
Esto hizo que los arrestaran y los llevaran ante las autoridades, las cuales
preguntaron: «¿Con qué potestad, o en qué nombre, habéis hecho vosotros esto?».
Entonces,
Pedro respondió: «Puesto que hoy se nos interroga acerca del beneficio hecho a
un hombre enfermo, […] sea notorio a todos vosotros, y a todo el pueblo de
Israel, que en el nombre de Jesucristo de Nazaret, a quien vosotros
crucificasteis y a quien Dios resucitó de los muertos, por él este hombre está
en vuestra presencia sano» (Hechos 4:7-10).
La bondad
es fruto del Espíritu (Gálatas 5:22) y un contexto poderoso en el cual
hablarles de manera genuina a los demás sobre el Señor Jesucristo.
Una obra
bondadosa puede enseñar más sobre el amor de Dios que muchos sermones.
(Nuestro
Pan Diario)
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