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Lamentaciones 3:13-26 | Cuando era niño, uno de mis entretenimientos favoritos
era jugar en el sube y baja de un parque cercano. Los chicos se sentaban en
ambos extremos del tablón y se balanceaban hacia arriba y abajo. A veces, el
que estaba abajo se mantenía allí y dejaba a su compañero de juego detenido en
lo alto y gritando para que lo bajara. Pero lo más cruel de todo era bajarse y salir
corriendo cuando el otro estaba en el aire… para que cayera de repente contra
el suelo y se golpeara.
A veces,
tal vez sintamos como que Jesús nos está haciendo eso. Confiamos en que estará
con nosotros en los altibajos de la vida. Sin embargo, cuando las cosas dan un
giro inesperado y nos dejan golpeados y heridos, quizá nos parezca que el Señor
se fue y dejó que nos cayéramos y que el dolor nos invadiera.
Pero
Lamentaciones 3 nos recuerda que «por la misericordia del Señor no hemos sido
consumidos, porque nunca decayeron sus misericordias» (v. 22), y que Él es fiel
hasta el final, aun cuando todo parezca estar desmoronándose. Esto significa
que, en medio de nuestro dolor, aunque tal vez nos sintamos solos, no lo
estamos. Y aunque no percibamos su presencia, ¡el Señor está a nuestro lado,
como nuestro compañero confiable que nunca se irá ni nos dejará!
Cuando
todos los demás fallan, Jesús es el amigo más confiable.
(Nuestro
Pan Diario)
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