LEA: 2
Corintios 3:7-18 |Tengo un amigo que parece ser mejor que yo en todo. Es más
inteligente, reflexiona con mayor discernimiento y sabe dónde encontrar mejores
libros para leer. Incluso, juega mejor al golf. Pasar tiempo con él me desafía
a convertirme en una persona mejor y más reflexiva. Su patrón de la excelencia
me incentiva a cosas más importantes.
Esto
enfatiza un principio espiritual: es crucial que dediquemos tiempo a la Palabra
de Dios para poder vincularnos con la persona de Cristo. Leer sobre su amor
incondicional nos impulsa a amar sin demandas. Su misericordia y la gracia
abundante que derrama sobre los más indignos hacen que me avergüence de mi
tendencia a no perdonar y a buscar venganza.
Descubro
que mi gratitud aumenta cuando me doy cuenta de que, a pesar de mi pecado, el
Señor me ha vestido con la hermosura de su justicia perfecta. Sus caminos
asombrosos y su sabiduría sin igual me motivan y transforman. Es difícil estar
satisfecho con mi vida tal como es cuando, en su presencia, soy impulsado a
parecerme más a Él.
El apóstol
Pablo nos invita a disfrutar contemplando a Cristo. Al hacerlo, «somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen» (2 Corintios 3:18).
Mantente
cerca del Señor y nunca serás el mismo.
(Nuestro
Pan Diario)
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