LEA: Juan
5:24-30 | Una pintura antigua que vi
hace poco me impactó profundamente. Su título, Anastasis, significa
«resurrección», y muestra de manera asombrosa la triunfante victoria de Cristo
sobre la muerte.
El Señor
Jesús, recién salido de la tumba, saca a Adán y Eva de sus féretros, para
darles vida eterna. Lo asombroso de esta obra de arte es su forma de mostrar
que la muerte física y la espiritual, resultados de la caída, fueron
radicalmente revertidas por el Cristo resucitado.
Antes de su
muerte en la cruz, el Señor Jesús predijo que, un día, llamará a los creyentes
a una existencia nueva y glorificada: «vendrá hora cuando todos los que están
en los sepulcros oirán su voz; y […] saldrán» (Juan 5:28-29).
Por la
victoria de Cristo sobre la muerte, la tumba no es el final. Es natural sentir
tristeza y dolor cuando nos separamos de las personas a quienes amamos en esta
vida. Pero el creyente no se desconsuela como los que no tienen esperanza (1
Tesalonicenses 4:13).
El
testimonio de la resurrección de Cristo es que, un día, todos los creyentes en
Él serán levantados de sus tumbas para ser revestidos de cuerpos glorificados
(1 Corintios 15:42-44). Y entonces, «estaremos siempre con el Señor» (1
Tesalonicenses 4:17).
Porque
Cristo vive, nosotros también viviremos.
(Nuestro
Pan diario)
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