Es muy natural que nos preocupemos de nuestra familia, pero
haremos muy bien en atribuir esta solicitud a nuestro propio carácter. Si
andamos delante de Dios en integridad, haremos mucho mayor bien a nuestros
hijos que dejándoles una gran fortuna. La vida santa del padre es el más rico
legado para los hijos.
El justo deja a sus hijos su ejemplo, lo cual es una
verdadera mina de riqueza. ¡Cuántos atribuyen el éxito de su vida al ejemplo
recibido de sus padres! Asimismo, les deja su reputación. Los hombres tienen
mejor concepto de nosotros si somos hijos de un padre honrado, o herederos de
un comerciante de excelente reputación.
¡Ojalá todos los jóvenes se preocuparan de conservar intacto
el buen nombre de la familia! Sobre todo, el justo deja a sus hijos sus
oraciones, y la bendición de Dios que las escucha. Estas hacen que nuestros
descendientes sean favorecidos entre los hijos de los hombres.
Dios salvará a nuestros hijos aun después de nuestra muerte.
¡Ojalá fuesen salvos desde ahora! Nuestra integridad será tal vez el medio del
que Dios se sirva para salvar a nuestros hijos e hijas. Si ven en nuestras
vidas la realidad de la religión, tal vez llegarán al conocimiento de Jesús por
sí mismos.
Hoy es una tremenda oportunidad que Dios me presenta para
decidir vivir en integridad. Esa es mi decisión hoy.
¡Señor, que tu
promesa sea cumplida en mi propia casa! Se que esa promesa tendrá alas cuando
yo vivo en integridad delante de ti y de mi familia. Amén.
Camina en su
integridad el justo; sus hijos son
dichosos después de él. Proverbios 20:7.
Charles Spurgeon.
Libro De Cheques Del Banco De La Fe.
Devocional Diario – Renuevo.net
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