LEA: Deuteronomio 8:7-18
| No estoy de acuerdo con quienes despotrican contra las posesiones
materiales diciendo que tenerlas es inherentemente malo. Además, tengo que
admitir que soy consumista, ya que suelo sentirme tentado a aumentar mi montón
de tesoros con cosas que pienso que necesito.
No obstante, reconozco que uno de los peligros de tener
muchas cosas es que puede generar pérdidas espirituales. Cuanto más tenemos y
más nos parece que disponemos de todo lo que necesitamos, más tendemos a
olvidar que precisamos a Dios, y nuestro deseo de tener comunión con Él
disminuye. Pero, irónicamente, todo lo que poseemos procede, en definitiva, de
Dios, quien «… nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos»
(1 Timoteo 6:17).
Lamentablemente, disfrutar de las provisiones divinas puede
simplemente significar que terminemos amando la dádiva y olvidándonos del
Dador. Por esta razón, cuando Dios estaba preparándose para darle a su pueblo
una vida abundante y plena en la tierra prometida, advirtió: «Cuídate de no
olvidarte del Señor tu Dios…» (Deuteronomio 8:11).
Si el Señor ha permitido que disfrutes de abundancia
material, no olvides de dónde proviene. Es más, ya sea que seamos ricos en
bienes de este mundo o no, todos tenemos muchas cosas por las cuales estar
agradecidos. Prestemos atención a la advertencia y no nos olvidemos de Dios ni
de alabarlo por su abundante bondad.
¡Ama al Dador más que sus dádivas!
(Nuestro Pan Diario)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.