Leer | SALMO 112.1-9
| Como vimos ayer, el temor del
Señor no tiene nada que ver con el terror o la inquietud, sino con el debido
temor reverente por lo que Él es. Es una cualidad que nosotros, como creyentes,
debemos querer y cultivar. Aunque la expresión no se escucha muy a menudo hoy
en día, debe ser recibido como un gran elogio el ser conocido como un creyente
temeroso de Dios.
El debido temor del Señor produce toda clase de fruto en la
vida del cristiano. Nos lleva a aborrecer el mal, así como Dios lo aborrece, y
es también el principio de la sabiduría (Sal 111.10). Cuanto más entendimiento
divino tengamos, mayor será nuestro amor a las Sagradas Escrituras y a los
mandamientos del Señor. Además, si queremos tener una familia sólida con hijos
valerosos y que crezcan en la verdad, es importante que tengamos la debida
reverencia al Señor (Sal 112.2).
Las personas que tienen el temor de Dios descubren que
“[resplandece] en las tinieblas luz a los rectos” (v. 4). Esto no significa que
no tendremos situaciones dolorosas o períodos de angustia en el valle
—tendremos pruebas, dificultades y lágrimas como el resto de la humanidad. Pero
en nuestras tribulaciones tenemos la promesa de la luz de la salvación.
La Biblia dice que “el ángel de Jehová acampa alrededor de
los que le temen, y los defiende (Sal 34.7). Los creyentes estamos rodeados por
todos lados, para que nada pueda sucedernos sin que el Señor lo permita. Pídale
a Dios que le ayude a tener el debido temor reverente a Él. Es una petición que
el Señor se complacerá en conceder.
(En Contacto)
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