LEA: Isaías 55:1-9
| Un proyecto ornamental en la calle principal de
la ciudad donde vivo exigió que se demoliera una iglesia construida en la
década de 1930. Aunque habían quitado las ventanas del edificio vacío, las
puertas permanecieron en su lugar varios días. En cada una, había un mensaje
escrito con letras gigantes en color anaranjado fluorescente: ¡No Entrar!
Lamentablemente, algunas iglesias cuyas puertas están
abiertas transmiten el mismo mensaje a los visitantes que llegan con un aspecto
que no está a la altura de los estándares esperados. No hacen falta letras
grandes ni fluorescentes. Con una simple mirada desaprobadora, algunos
expresan: «¡No eres bienvenido aquí!».
Sin duda, la apariencia de la gente no es un indicador de
cómo está su corazón. Dios se concentra en la vida interior. Mira mucho más
allá de lo superficial (1 Samuel 16:7), y desea que nosotros hagamos lo mismo.
También conoce el corazón de aquellos que parecen ser «justos», pero que están
interiormente «llenos de hipocresía» (Mateo 23:28).
El mensaje de bienvenida de Dios, que nosotros debemos
mostrar a los demás, es claro. Les dice a todos los que lo buscan: «A todos los
sedientos: Venid a las aguas…» (Isaías 55:1).
Nadie entenderá qué quieres decir cuando afirmas «Dios es
amor», a menos que lo demuestres.
(Nuestro Pan Diario)
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