LEA: Proverbios 8:12-21
| En el libro Cartas del diablo a
su sobrino, de C. S. Lewis, un demonio más experimentado insta a su pupilo a
desviar los pensamientos de un creyente, que están enfocados en Dios, y hacer
que se centre en las fallas de las personas que lo rodean en la iglesia.
Un domingo, durante una reunión, me distraje y en cierto
modo me enojé con una persona que cantaba fuerte y desafinado, y que iba
desfasada en las lecturas al unísono. Pero, cuando inclinamos la cabeza para
orar en silencio, me sacudió pensar que al Señor probablemente le complaciera
más el corazón de esa persona que los sentimientos condenatorios que veía en el
mío.
Pocos días después, estaba leyendo Proverbios 8, y el
versículo 13 me sacudió: «… la soberbia y la arrogancia, el mal camino, y la
boca perversa, aborrezco». En todo el capítulo, la sabiduría nos llama a tener
cordura (v. 5), y a hallar la vida y el favor de Dios (v. 35). La otra opción
es ir por la vida con una actitud de superioridad mientras vamos muriéndonos
interiormente (v. 36).
El orgullo es una espada que hiere a la persona que la usa y
a aquellos contra quienes se emplea. La soberbia nos roba todo lo que el Señor
desea darnos; sin embargo, «riquezas, honra y vida son la remuneración de la
humildad y del temor del Señor» (Proverbios 22:4).
La soberbia trae vergüenza; la humildad, sabiduría.
(Nuestro Pan Diario)
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