LEA: Génesis 50:15-21; Juan 8:31-36 | En su libro Throw Out Fifty Things [Deshazte de cincuenta
cosas], Gail Blanke bosqueja cuatro «reglas del desapego» para ayudar a la
gente a liberarse del abarrotamiento en su vida. La primera declara: «Si [tal
cosa] te aplasta, te atasca o simplemente te hace sentir mal, tírala, regálala,
véndela, suéltala, y sigue adelante».
Pienso que esta regla del desapego
también tiene una aplicación espiritual: no tenemos que seguir abrumados por
los pecados del pasado. Los hermanos de José lucharon contra esto. Años después
de haber vendido a José como esclavo, recordaron su crueldad y tuvieron miedo
de la venganza (Génesis 50:15). Entonces, enviaron un mensajero a hablar con su
hermano para que le rogara que los perdonase (vv. 16-17). Lo hicieron a pesar
de que José había actuado de manera bondadosa con ellos y les había transmitido
tranquilidad (45:4-15).
Muchos seguimos ligados a agravios
cometidos en el pasado, a pesar de la misericordia y la bondad de aquellos a
quienes tal vez perjudicamos. Sin embargo, la verdadera libertad llega cuando
confesamos nuestro pecado a Dios. El Señor nos perdona (1 Juan 1:9) y nos aleja
de él (Salmo 103:12). Tal como afirma un versículo: ¡arroja nuestros pecados a
lo profundo del mar! (Miqueas 7:19). Por esta razón, podemos traer a la mente
que el Hijo nos ha libertado y que, entonces, somos verdaderamente libres (Juan
8:36).
La sangre de Cristo pagó el precio
de nuestra liberación del pecado.
(Nuestro Pan Diario)
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