Leer | ROMANOS 8.33-39
| Toda persona nace bajo
condenación. Por la decisión de Adán y Eva en el huerto del Edén, cada persona
nacida desde entonces ha venido al mundo con una naturaleza pecaminosa. En
consecuencia, todo el mundo necesita un Salvador, y Dios, por su amor y su
misericordia, ha provisto uno en su Hijo Jesucristo. Quienes lo rechazan
permanecen bajo condenación. Su veredicto de culpables no ha sido anulado, y
por eso deben pagar el castigo por violar las leyes de Dios.
Tal vez esto parezca injusto, pero es importante recordar
que Dios siempre ha hecho posible nuestra comunión con Él, a pesar de que solo
Él es perfectamente santo y justo. La razón por la que creó a Adán y Eva con
libre albedrío, es para que no fuéramos unos robots; Él quería disfrutar de un
amor real y de una comunión verdadera con sus hijos.
Pero esos primeros seres humanos cayeron porque tomaron
malas decisiones, como cualquiera de nosotros lo hubiera hecho. ¡Qué
maravilloso que Dios nos haya dado la oportunidad de restaurar nuestra relación
con Él mediante el sacrificio expiatorio de Cristo por nuestros pecados! Él es
el Creador, y por eso no tenemos derecho a cuestionar su plan. No merecemos
nada, pero Dios nos ha dado todo, incluyendo el acceso a Él en cualquier
momento.
En vez de condenación, lo que tenemos es la salvación eterna
una vez que ponemos nuestra fe en el Señor Jesús como Salvador. ¡Alabado sea
Dios! Hemos sido liberados del castigo por nuestro pecado, y hechos libres para
vivir eternamente en la gracia de Cristo.
(En Contacto)
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