martes, 30 de julio de 2013

Una persona influyente




LEA: 2 Reyes 5:1-15  |  Si buscas en Google «persona influyente», el buscador te llevará a varias listas de «las personas más influyentes del mundo». Por lo general, incluyen líderes políticos, empresarios de negocios y deportistas, y personas de la ciencia, las artes y el entretenimiento. No encontrarás el nombre de quienes les cocinan o limpian sus casas. Sin embargo, los que ocupan supuestas posiciones insignificantes suelen influir en aquellos a quienes sirven.

 La historia de Naamán, un destacado comandante, incluye a dos reyes y un profeta de Dios (2 Reyes 5:1-15). No obstante, fueron las palabras de unos siervos desconocidos las que guiaron a Naamán a curarse de la lepra, una enfermedad que pone fin a cualquier carrera y que cambia la vida. Una joven criada, que este hombre había tomado cautiva en Israel, le dijo a su esposa que un profeta de Samaria podía curarlo (vv. 2-3). Cuando Naamán se enojó porque Eliseo lo había mandado a bañarse en el río Jordán, sus sirvientes lo instaron a obedecer las órdenes del profeta. Como resultado, el comandante recuperó la salud, y luego declaró: «He aquí ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel» (v. 15).

¡Qué cuadro hermoso de nuestro papel como seguidores de Jesucristo! Se nos llama a ser personas influyentes: siervos del Señor que les señalan a los demás cómo llegar a Aquel cuyo toque puede cambiarles la vida.

Cristo nos manda que salgamos a buscar a otros para que entren en el cielo.

(Nuestro Pan Diario)

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