LEA: Hebreos 3:1-13
| En una playa de Uruguay, parte
de unos dedos gigantes de cemento aparecen en la arena señalando en dirección
al firmamento. Se los denomina «Monumento al ahogado». La gente del lugar lo
llama simplemente La Mano.
Lo creó el artista chileno Mario Irarrázabal, para advertir
a los nadadores sobre el peligro de ahogarse. Este monumento se ha convertido
en una atracción turística, pero su verdadero propósito es recordar sobre los
peligros del mar.
La Palabra de Dios contiene sus propias señales de
advertencia. Hebreos, en especial, advierte sobre los peligros para el alma:
«Mirad, hermanos, que no haya en ninguno de vosotros corazón malo de incredulidad
para apartarse del Dios vivo; antes exhortaos los unos a los otros cada día,
entre tanto que se dice: Hoy; para que ninguno de vosotros se endurezca por el
engaño del pecado» (Hebreos 3:12-13).
El contexto habla de la incredulidad y la rebelión de Israel
en el desierto. Aunque eso sucedió varios siglos antes de que se escribiera
Hebreos, el principio espiritual sigue vigente: debemos exhortar a los demás a
resistir el endurecimiento del corazón por el pecado.
Las señales de advertencia son para protegernos. Alabado sea
Dios que nos dejó señales en su Palabra porque nos ama profundamente.
Dios nos hace amorosas advertencias en su Palabra para
protegernos y preservarnos.
(Nuestro Pan Diario)
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