LEA: 2 Corintios 4:16–5:8
| El mes pasado, tuve buenas
noticias del oculista: mi visión de lejos había mejorado. Bueno, pensé que era
una buena noticia hasta que una amiga me informó: «La visión de lejos puede
mejorar con la edad; la de cerca puede disminuir».
El informe me hizo pensar en otra clase de mejora en la
visión a distancia que he observado en algunos creyentes: los que conocen al
Señor desde hace tiempo o que han atravesado grandes pruebas parecen tener una
mejor visión del cielo que los demás. Su visión eternal ha mejorado, y la de
cerca, «terrenal», ha disminuido.
Como el apóstol Pablo tenía esta clase de visión, instó a la
iglesia de Corinto: «Porque esta leve tribulación momentánea produce en
nosotros un cada vez más excelente y eterno peso de gloria; […] pues las cosas
que se ven son temporales, pero las que no se ven son eternas» (2 Corintios
4:17-18).
Por ahora, luchamos con nuestra «visión». Hay una tensión
entre disfrutar de todo lo que Dios nos ha dado en esta vida y creer lo que el
teólogo Jonathan Edwards afirmó sobre nuestro futuro: «Ir al cielo para
disfrutar plenamente de Dios es infinitamente mejor que las residencias más
placenteras de este mundo». Ver al Señor será la visión perfecta.
Mantén la mirada fija en el galardón.
(Nuestro Pan Diario)
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