miércoles, 21 de agosto de 2013

¿Estás dando frutos en tu vida cristiana?






Si usted desea sembrar una huerta con pepinos, ¿va a la tienda y pide semillas de “cualquier cosa”?. Por supuesto que no. Si el objetivo es obtener buenos pepinos para la ensalada, irá al tendero y le dirá: “Véndame semillas de pepinos”. Elemental. Apenas natural.

             Igual con nuestras vidas, Dios espera que nuestra semilla—que es la del Padre celestial—rinda buenos frutos. Si Cristo Jesús mora en nuestro corazón, es apenas previsible que una nueva naturaleza debe reinar en nuestro ser.
           
La mejor ilustración la encontramos en una parábola del Señor Jesús que refirió a sus discípulos en cierta ocasión: “Luego Jesús les contó la siguiente historia: «Un hombre plantó una higuera en su jardín, y regresó varias veces para ver si había dado algún fruto, pero siempre quedaba decepcionado.  Finalmente le dijo al jardinero: “Llevo tres años esperando, ¡y no ha producido ni un solo higo! Córtala, solo ocupa espacio en mi jardín”.”(Lucas 13:6, 7. NTV)

            ¿Cómo andan sus frutos en su vida personal y espiritual?¿Cómo es el trato con su cónyuge?¿Cómo va la relación con los hijos?¿Cuál es la relación con sus compañeros de trabajo? Le invito para que haga un alto en el camino. Recuerde que Dios espera que demos frutos en todas las áreas en las que nos desenvolvemos.

            Si no nos tomamos el trabajo de hacer un alto en el camino, lo más probable es que sigamos el mismo sendero de errores y equívocos reiterados que hasta hoy. ¡Dios desea que experimentemos cambio y crecimiento personal y espiritual, y hoy es el día para emprender ese camino!

            Ahora, ¿hay oportunidad? Por supuesto que sí, porque nuestro amado Dios siempre nos brinda una segunda oportunidad. El que intercede por nosotros es el Señor Jesús, como lo describe la parábola: “El jardinero respondió: “Señor, dale otra oportunidad. Déjala un año más, y le daré un cuidado especial y mucho fertilizante.  Si el año próximo da higos, bien. Si no, entonces puedes cortarla.”(Lucas 13:8, 9.NTV)

            Si hace un detenido análisis de lo que hace falta, en su vida personal, en el hogar y en la relación con otras personas, encontrará que hay correctivos que se necesitan de manera urgente. El cambio no es en sus fuerzas, sino en las de Dios. Él desea ayudarle en todo el proceso. Es cierto, el Padre espera que demos frutos, pero si hay disposición al cambio, para fructificar, él nos acompaña paso a paso. La fortaleza viene de Él. Nos abre las puertas. ¡Hoy es el día para comenzar! Y si no ha recibido a Jesucristo como su Señor y Salvador, hoy es el día para que lo haga y comience a moverse en la dimensión sobrenatural de Dios.

Escrito por  Fernando Alexis Jiménez

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