Leer |
EFESIOS 2.1-10 | El helado es un postre popular, aunque cada
heladería sirve porciones diferentes. A quienes lo disfrutan no les lleva mucho
tiempo identificar los establecimientos que ofrecen raciones más abundantes.
En el caso
de Dios, Él es muy generoso, pues hace que su gracia abunde en nosotros para
que tengamos todo lo que necesitamos para servirle y obedecerle (2 Co 9.8). Y
Él nos asegura que su gracia, es decir, su bondad y favor inmerecidos, se
extenderá a todos los aspectos de nuestra vida, incluyendo nuestras finanzas.
Lo hace para que podamos invertir generosamente en su Reino con nuestros
recursos y nuestras vidas.
Pero la
definición de generosidad varía mucho. Algunos cristianos entienden los
preceptos de Dios y dan de buena gana y en abundancia. Estos creyentes han
aprendido que Dios bendice nuestras finanzas para que podamos ser generosos con
los demás, en vez de ocuparnos solamente de nuestra propia prosperidad. Para
otros, dar está “bien” —dan fielmente una “cantidad adecuada”. Pero,
lamentablemente, demasiados hijos de Dios se muestran avaros para con Él: o
bien se niegan a compartir mucho de lo que tienen, o bien gastan la mayor parte
en sí mismos.
La
generosidad es un asunto del corazón y un estilo de vida. Cuando el enfoque
está en los demás, se les da con libertad y alegría. Las personas con esta
actitud confían en que Dios suplirá sus necesidades, y por eso se sienten
libres para dar lo que desearían guardar para sí mismos. No importa lo poco que
tengamos, el Señor quiere que seamos dadivosos. ¿Conoce a alguien que es
considerado generoso? ¿Es usted esa persona?
(En
Contacto)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.