LEA: 1 Juan
4:1-6 | Después de que una librería local reacomodó sus estantes, observé que
los títulos sobre brujería y hechicería habían aumentado. Es más, la sección
sobre religión se había convertido en una virtual «confrontación» entre la luz
y la oscuridad. Los títulos cristianos se encontraban de un lado del pasillo,
mientras que casi la misma cantidad de libros de ocultismo estaban del otro.
A veces,
podemos pensar sobre Dios y Satanás del mismo modo que reflexioné sobre
aquellos libros. Los vemos como fuerzas antagónicas, pero los equiparamos y
consideramos que tienen el mismo poder ilimitado. Sin embargo, Dios es Dios y
Satanás no. Nuestro Señor es más poderoso que cualquier fuerza de las
tinieblas. Hace lo que le place (Salmo 135:6), mientras que el poder del diablo
está limitado a lo que Dios permita. Cuando Satanás supuso que la desgracia
haría que Job maldijera a Dios, el Señor le respondió: «He aquí, todo lo que
[Job] tiene está en tu mano; solamente no pongas tu mano sobre él» (Job 1:12).
Satanás tuvo que ceñirse a las reglas divinas.
Puesto que
Dios está a cargo de todas las cosas, nosotros, como seguidores de Cristo, no
tenemos por qué paralizarnos de miedo ante lo que el diablo pueda hacer en
nuestra vida o en la de los creyentes que nos rodean. Satanás nos tienta y
trata de influenciarnos, pero la Biblia nos asegura: «… mayor es el que está en
vosotros, que el que está en el mundo» (1 Juan 4:4).
Los poderes
del mal a tu alrededor no son nada frente al poder de Jesús en tu interior.
(Nuestro
Pan Diario)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Nota: sólo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.