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Hebreos 6:13-20 | Frank, Ted y yo pescábamos percas en el lago Rice, en
Ontario, Canadá. Estábamos en un bote tipo pontón, y los peces picaban mucho.
Ocupados poniendo carnada y atrapando peces, poco a poco nos dimos cuenta de
que ya no picaban tanto.
Después
entendimos por qué: el bote se había movido. Un viento fuerte lo había
arrastrado. El ancla no podía sostenernos y se arrastraba por el fondo del
lago. La levantamos, volvimos al lugar lleno de peces y volvimos a anclar. Nos
alejamos otra vez. Después de un tercer intento, regresamos a la costa. No
podíamos conseguir que el ancla se afirmara.
En lo que
respecta a la salvación, nuestra esperanza está anclada en la promesa de Dios y
la obra de Jesucristo. Los vientos y las olas de la duda y el desánimo, y el
ataque espiritual del maligno pueden hacernos pensar que estamos a la deriva y
que la salvación que Dios ofrece es insegura. ¡De ninguna manera! El Señor ha
prometido que nuestra salvación es segura, y Él no puede mentir (Hebreos
6:18-19). Nuestra esperanza está firmemente asegurada en Jesucristo, quien nos
redimió una vez y para siempre cuando murió, resucitó y ascendió al cielo.
Nuestra
ancla es la Roca inconmovible: Jesucristo. Su amor ilimitado nos mantiene
seguros y afirmados.
Nuestra
ancla es la Roca: Jesucristo.
(Nuestro
Pan Diario)
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