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Hebreos 10:19-39 | En junio de 2012, un incendio en el cañón Waldo
destruyó 346 casas en Colorado Springs, Estados Unidos, y quemó más de 70 km2
(18.000 acres) de bosques. Se declaró que el fuego estaba totalmente controlado
cuando se construyeron líneas perimetrales en toda el área.
Se lo redujo a una zona definida hasta que pudo
extinguirse por completo. Un bombero advirtió a los residentes sobre la
posibilidad de seguir viendo humo porque, aunque el fuego estaba contenido, «no
está controlado ni apagado».
Cuando nuestro mundo es sacudido por acontecimientos
trágicos y actos malvados, anhelamos el día cuando el mal sea finalmente
destruido, Dios ponga fin a la historia y establezca su reino. No obstante,
hasta entonces, el Señor nos da su gracia para que vivamos con fe y propósito
mientras esperamos su venida. En Hebreos 10, se nos insta a acercarnos a Dios
con corazones sinceros (v. 22), asirnos de la esperanza que profesamos (v. 23),
estimularnos mutuamente al amor y las buenas obras (v. 24) y seguir
reuniéndonos para alentarnos, «tanto más, cuanto [vemos] que aquel día se
acerca» (v. 25).
Hasta que Dios extinga para siempre las llamas del
mal, nos da su gracia y fortaleza para soportar las pruebas de la vida,
mientras aguardamos con ansia su regreso.
Jesús viene… ¡tal vez hoy!
(Nuestro Pan Diario)
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