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| Edir Macedo tiene 69 años y más de cinco millones de seguidores,
cuyas donaciones durante los últimos 36 años lo convirtieron en
multimillonario. En Brasil, donde nació y se crió, es una gran figura
nacional, sujeto a docenas de investigaciones criminales. Lo cuenta Alex
Cuadros en el medio económico argentino Apertura, en un artículo
titulado “El millonario obispo creador de la Iglesia Universal del Reino
de Dios”, que reproducimos a continuación, con algunas precisiones.
Macedo
es el fundador de la Iglesia Universal del Reino de Dios (IURD), una
denominación pentecostal (que los estudiosos encuadran como secta, y no
como confesión evangélica) especializada en la teología de la
prosperidad, que relaciona a la fe con el éxito financiero. Predica dos
veces a la semana, en general, en dos ciudades distintas, y los sermones
son fervientemente vistos en los sitios web de la secta, su página de
Facebook y los equipos miniatura de TV que los taxistas brasileños
tienen en sus tableros. A veces, realiza eventos al aire libre que
reúnen a multitudes. En febrero, se dirigió a 5.000 de sus feligreses,
en una de sus templos en Belo Horizonte. Alta, una cruz de acero y
vidrio, iluminada por lámparas fluorescentes, ocupaba la mayor parte del
techo, mientras que una pantalla tamaño cine lo hacía volar hasta los
bancos de atrás.
Caminó
por el escenario, explicando la intersección entre Dios y el dinero.
“¿Cuál es el mayor país del mundo, económicamente hablando? Los Estados
Unidos. ¿Saben por qué? Porque, hace mucho tiempo –esto es historia, lo
pueden buscar en Internet–, la colonización fue hecha por hombres que
creían en la palabra de Dios. Y donaban”, dijo. “Por eso, se ve en el
billete de dólar: ‘Confiamos en Dios’”. En la enseñanza de Macedo, el
diezmo, o darle 10 por ciento del ingreso a la secta, es un mandato de
Dios. El diezmo nunca fue parte de la tradición católica de Brasil y,
para Macedo, eso explica muchos de los problemas del país.
Ese
día citó al profeta Malaquías, un favorito de los teólogos de la
prosperidad, apuntando a 3,10, donde el Señor le promete al creyente que
dona que Él le “volcará tantas bendiciones que no habrá lugar
suficiente para almacenarlas”. Hombre de origen humilde, ofreció su
propio éxito como prueba. “Nuestra cultura es retrógrada, mezquina, sin
visión de futuro. Sólo ustedes pueden cambiar esto. El diezmo son
ustedes en el altar de Dios, como Jesús fue el diezmo de Dios para la
humanidad”.
Silvio
Luís Martins de Oliveira, fiscal en San Pablo, dice que las promesas de
riqueza de Macedo significan fraude. En un caso de 2009, que ahora
mismo está en juicio, acusa a Macedo y tres altos miembros de la secta
de conspiración, lavado de dinero y transferencias internacionales sin
declarar. En su demanda, alegó que la IURD enriquece a sus líderes mucho
más que a los fieles.
Su imperio mediático
Macedo
está orgulloso de su éxito. Pero transforma a las preguntas sobre su
riqueza en preguntas del espíritu. Se negó a una entrevista personal; en
un e-mail, escribe: “Desde el punto de vista de mi fe en Jesucristo,
soy el hombre más rico del mundo”. Más allá de la semántica, prosperó.
El Índice Bloomberg de Multimillonarios estima su riqueza en 1.200
millones de dólares, sólo por su propiedad de Rádio & Televisão
Record. El canal de TV que le da nombre al holding produce lo estándar a
nivel comercial: telenovelas (a veces bíblicas), reality shows con sexo
y periodismo que se regodea con crímenes macabros. Record también
maneja un canal de noticias, algunas estaciones de radio, tres diarios,
una productora de películas e, incluso, un pequeño banco, además de
unidades de cable y satélite dispersas por el mundo.
Macedo
compró Record, una red de TV agobiada por las deudas, en 1989, por 45
millones de dólares. La transacción llevó a una investigación de la
agencia impositiva de Brasil, que descubrió que había usado préstamos
libres de intereses de la IURD para fondearla y lo multó. Macedo dijo
que había comprado Record en nombre de la secta para crear el primer
canal de TV evangélico del país. El argumento no convenció y llevó a los
fiscales a interponer una demanda en 1997, buscando sacar la licencia
de transmisión de Record basado en que la Constitución de Brasil prohíbe
que las instituciones religiosas posean radios o canales de TV.
En
un testimonio para ese caso, Macedo reconoció los préstamos, cambiando
la táctica y diciendo que había adquirido Record para él. El caso se
estiró más de una década, hasta que un juez federal, Leonel Ferreira,
falló a favor de Macedo en 2011. Ferreira sostuvo que las transferencias
de la secta a Macedo podían implicar que, lejos de ser los testaferros,
él y sus segundos “controlan la iglesia absolutamente y la usan para su
propio beneficio”. Pero, dice, eso está fuera de los límites del caso
puntual.
Record
facturó 1.100 millones de dólares en 2011, de los que una gran porción
vinieron de la IURD. La secta compra hasta seis horas de aire por día,
casi siempre después de medianoche. Durante las horas más rentables de
Record, la IURD pone sus sermones en otros canales. Sila Malafaia, uno
de los tele-evangelistas más conocidos de Brasil, dice que solía comprar
tiempo al precio de mercado existente en los ’90, hasta que, un día, el
canal lo multiplicó por 10. “La iglesia le paga millones a Record,
mucho más de lo que vale la programación”, dice Malafaia. Nadie divulgó
cuánto vale hoy su convenio. Pero, en 1999, el entonces CEO de Record,
Demerval Gonçalves, le dijo al diario Folha que la secta proveía el 15
por ciento de la facturación. También paga el brazo editorial para
imprimir la mayoría de los 2,5 millones de copias de su periódico
semanal.
Douglas
Tavolaro, el nuevo CEO de Record, dice que la meta de Macedo es hacer
al canal el número uno en Brasil, rompiendo el dominio de Rede Globo, al
que ve como una herramienta del establishment católico. Macedo, afirma,
“piensa que Brasil sufrió durante décadas por este monopolio de
medios”.
La
secta posee gran parte de su real estate pero no mantiene holdings de
medios directos más allá de sus periódicos y sitios web. Documentos y
registros oficiales de Brasil muestran que sus pastores de alto rango
poseen 12 canales de TV locales, tres docenas de estaciones de radio y
varias empresas privadas, que proveen a la IURD de seguridad, servicios
de contabilidad e, incluso, seguros de salud. En un informe que integra
el caso de 2009, se descubrió que, incluyendo Record, estas compañías
recibieron hasta 1.900 millones de dólares de la secta entre marzo de
2002 y noviembre de 2003.
Renato
Parente, el número uno de Relaciones Públicas de la iglesia, se negó a
comentar sobre los intereses empresariales del pastor, refiriéndose
ampliamente a una detallada lista de preguntas como “mentiras”. Como
prueba de la indiferencia de Macedo a las recompensas de este mundo,
Parente dice que él nunca recibió salario o dividendos de Record.
De las finanzas a la política
El
éxito de Macedo se deriva no poco de un cambio generacional en cómo
practican su religión los brasileños. En 1980, los cristianos
evangélicos eran sólo 6,6 por ciento de la población de Brasil; en 2010,
el 22, según el censo nacional. Son 42 millones de personas, la mayoría
de clase pobre y trabajadora, un poderoso bloque de votos. Una alianza
de congresistas evangélicos, varios de la secta de Macedo, le dieron su
apoyo a la clase dirigente y, a cambio, influyen en temas como la
regulación de los homosexuales.
“Como
tenemos este sistema raro de multipartidismo, a veces, uno tiene estos
‘partidos chantajeadores’, que se transforman en el peso que inclina la
balanza”, dice David Fleischer, analista político de la
Universidad de
Brasilia. El sobrino de Macedo, Marcelo Crivella, exitoso cantante
gospel y pastor de la IURD, es ministro de Pesca y Agricultura. El
propio Macedo viaja con pasaporte diplomático, un beneficio antes
reservado en Brasil para los cardenales católicos. Macedo se jacta de
tener congregaciones en cerca de 200 países y está constantemente
saltando entre ellas en la flota de aviones privados de la secta; en su
biografía autorizada se lo describe volando en un Dassault Falcon que
puede costar más de 20 millones de dólares. Sólo en Angola tiene medio
millón de fieles.
En
los Estados Unidos ganó unos 60.000 seguidores, sobre todo entre
inmigrantes de América latina, y la IURD es un anunciante regular en el
canal de cable en español Telemundo. En 2007, la secta informó a la
Justicia de Nueva York de que tenía una facturación anual de 50 millones
de dólares en los Estados Unidos. En Brasil, los registros judiciales
muestran que la IURD declaró donaciones de 750 millones de dólares en
2006. El libro de las memorias de Macedo, Nada que perder, terminó en
2012 como el libro de no ficción más vendido de Brasil. Eso es debido,
en gran parte, al fervor de sus seguidores.
Pero
la IURD también le dio un impulso directo a sus ventas. En el
lanzamiento oficial de los Estados Unidos, en febrero, la cola ocupaba
varias cuadras desde la librería McNally Jackson, en el centro de
Manhattan, y los periodistas de Record aseguraron que se vendieron
72.000 copias ese día. Según un empleado de McNally Jackson, la mayoría
fueron adquiridos, al por mayor, por las ramas estadounidenses de la
secta.
Bajo investigación criminal
Durante
años, Macedo se enfrentó a más de 20 investigaciones criminales por
acusaciones, desde calumnias hasta usar documentos falsos. Nunca fue
condenado y sólo estuvo preso una vez, durante 11 días, en 1992, bajo
cargos de fraude, charlatanería y curanderismo. Los cargos fueron
desestimados por falta de evidencia, como la mayoría de los que fueron
levantados en su contra. La Justicia, sin embargo, es lenta en Brasil:
por lo menos, cinco casos excedieron el estatuto de limitaciones y
fueron eliminados.
La
actual denuncia de lavado de dinero alega que, a principios de los ’90,
los pastores comenzaron a entregar las donaciones de los fieles a los
operadores del mercado cambiario negro, conocidos como doleiros, una
fuente común para los brasileños que necesitan sacar fondos al exterior
sin declarar. Dos de estos doleiros testificaron y describieron los
billetes que recibieron como “arrugados, rasgados, pegados, sudorosos y
garabateados”. Tras deducir su impuesto, depositaban el equivalente en
dólares fuera de Brasil. Entre 1999 y 2005, alega el fiscal, movieron
millones a través de cinco bancos de Nueva York, incluyendo JPMorgan
Chase y HSBC.
En
años anteriores, asegura la querella, el efectivo solía viajar a dos
sociedades que los líderes de la secta habían armado en paraísos
offshore: Investholding, en Gran Caimán, y Cableinvest, en la isla de
Jersey. Esas entidades, a cambio, le represtaron el dinero a los
pastores en Brasil. En su querella criminal, Oliveira escribió: “Así es
cómo el dinero donado por los seguidores de la Iglesia Universal del
Reino de Dios… a través de una engañosa ingeniería fiscal, finalmente,
se transforma en acciones en compañías de radio y TV”.
La
querella no dice cuánto dinero se desvió. Pero en 2007 un ex-pastor y
concejal de Rio de Janeiro, Waldir Abrão, hizo una declaración jurada
diciendo que era común que la secta informara de un 10 por ciento de sus
ingresos a las autoridades. Seis días después, se cayó por el hueco de
una escalera y murió. No hubo acusados. La IURD también encontró
problemas legales en los Estados Unidos. El año pasado, un juez de
Manhattan condenó a su tesorera de ese país, Regina DaSilva, por mentir
en aplicaciones para tomar 22 millones de dólares en hipotecas en
propiedad de la secta. Aunque ella no usó el dinero para su beneficio
personal, alegó que los fieles habían votado para aprobar las hipotecas
cuando, en realidad, no lo habían hecho. DaSilva se declaró culpable y
recibió una probation.
Macedo
minimiza las acusaciones como una cruzada del establishment brasileño
católico. En su biografía,compara su persecución con la sufrida por
Jesús. Es una parte importante de su narrativa personal: la tapa de su
biografía autorizada, O Bispo (escrita por Tavolaro), lo muestra leyendo
la Biblia detrás de las reglas durante su breve prisión en 1992.
Su perfil biográfico
Nacido
en 1945, Macedo era uno de siete chicos. No eran pobres para los
estándares brasileños. Pero en su casa no había televisión o heladera y
dejó el colegio a los 11, para trabajar en el bar de su padre. A los 16,
consiguió un trabajo en la Lotería Estatal de Rio de Janeiro.
Macedo
dice que era el patito feo de su familia. Nacido prematuro, siempre fue
bajo y flacucho, con una deformidad genética que dejó sus dedos largos y
torcidos, casi como si fueran de alien. A veces, escribió, su padre le
pegaba. Perdió su virginidad en un prostíbulo, a los 16, y salió a
buscar flirteos, que describe sólo como “picantes, calientes, llenos de
lascivia”. Pero no podía sacarse de encima una sensación perpetua de
vacío. No encontró consuelo en el vago Umbanda practicado por su
familia. Tenía 18 años cuando comenzó a ir a los servicios de un
predicador canadiense, en una de las tantas iglesias pentecostales que
surgían en Brasil. Macedo sintió una conexión inmediata. Se bautizó a sí
mismo tres veces. Describe sentir al Espíritu Santo entrando en él;
bailó, cantó y habló en lenguas.
Conoció
a su mujer, Ester, en la iglesia. A los 30, golpeado por el nacimiento
de su segunda hija con labio leporino y paladar hendido, Macedo renunció
a su trabajo para dedicarse full time a Jesús. Comenzó a acarrear un
equipo de sonido a una plaza y, de a poco, consiguió seguidores. En
1977, alquiló un espacio en una vieja funeraria, creando la primera
Iglesia Universal. Las personas lo llamaban el pastor bossa nova por sus
gestos apasionados y su, entonces, voluminoso pelo. Para los ’80,
estaba abriendo dos iglesias al mes en Brasil.
Andrew
Chesnut, profesor de la Universidad Virginia Commonwealth que estudió
los movimientos pentecostales de Brasil, explica que Macedo introdujo
una marca de educación de sentido común, que resonó con los brasileños
pobres. “Hay muchas personas que sienten que fueron capaces de dar
vuelta sus vidas y, con gusto, donan o dan el diezmo”, dice. Para otros,
la presión puede ser ruinosa. En 2000, un fiel de Brooklyn donó casi
80.000 dólares en tres años, el 40 por ciento de sus ingresos netos en
ese periodo. Terminó en bancarrota.
Jorge
Coelho da Cunha se convirtió en pastor de la IURD a mediados de los
’80. Desde su casa en Rio, donde tiene sus propias iglesias, dice que la
determinación de Macedo por expandirse se transformó en una obsesión
con facturación creciente. “Es una de esas personas que nunca están
satisfechas con lo que Dios les dio”, señala. Como pastor líder en el
Noreste, parte de su trabajo era cerrar las iglesias “no rentables”.
Sacar el máximo dinero posible a sus adeptos
Dice
que Macedo comenzó a ofrecerles bonos de hasta 100.000 dólares a los
pastores que cumplían con las metas de facturación. Incluso regalaba
autos como premios. “Ya no era sobre salvar a las personas y acercarlas a
Dios”, dice Da Cunha. “Era sacar lo máximo posible de la gente”.
Renunció hace una década y, ahora, está demandando para recobrar
inversiones en radios que, afirma, fueron transferidas a actuales
líderes de la secta sin su conocimiento, después de irse. Se niega a
decir dónde obtuvo el dinero, en primer lugar.
La
agresiva recolección de fondos de la IURD es notoria desde hace tiempo
en Brasil. Pero no tanto como en julio de 2005. Ese mes, João Batista
Ramos da Silva, un pastor de alto rango en la secta, entonces cumpliendo
su mandato como diputado nacional, estaba a bordo de uno de los aviones
privados de la IURD en Brasilia cuando la Policía exigió registrar la
aeronave. Encontró valijas con hasta 10 millones de reales (5 millones
de dólares).
Batista
es, ahora, una de tres personas luchando con acusaciones de lavado de
dinero y conspiración junto a Macedo. Como Macedo, Batista es un hombre
diminuto. Tiene 69 años. Entrenado como economista, fue CEO de Record en
los ’90 y, luego, presidente administrativo de la secta. Todavía es
parte del círculo íntimo de la IURD. Sentado en una pequeña y vacía
oficina que mantiene como concejal en un suburbio de San Pablo, ofrece
una rara perspectiva del camino de Macedo de pastor a multimillonario.
“La
Iglesia Universal es como una compañía para las almas salvadas”,
define. Describe a Macedo como su CEO. El secreto de la expansión es que
Macedo les da grandes responsabilidades a sus lugartenientes, lo que le
permite enfocarse en el panorama general. También es duro con la
competencia. Después de comprar Radio Copacabana de Rio de Janeiro, en
1984 –el primer ladrillo de su imperio de medios–, el paso siguiente fue
cancelar los programas de otros evangelistas.
Un conglomerado empresarial que crece
Más
recientemente, en un video subido a la página web de la iglesia el año
pasado, Macedo realizó un exorcismo público, canalizando un demonio que,
dijo, trabajaba a través de un ex-pastor, Valdemiro Santiago, quien
armó una denominación copiada: la Iglesia Mundial del Poder de Dios.
Record lo siguió con una exposición de media hora sobre la riqueza
personal del ex-pastor, supuestamente hecha con los diezmos de sus
seguidores, y los fiscales abrieron una investigación por los dichos.
En
la pared de la oficina de Batista hay un certificado de su peregrinaje a
Jerusalén, hace años. La experiencia lo inspiró a invertir en Monte
Sinai Turismo, una agencia que lleva a los fieles de la IURD a Israel.
De esta y otras compañías armadas por sus compañeros pastores, dice:
“¿Por qué pagarle a la gente externa por algo que podemos armar?”.
Batista es temperamental sobre los supuestos lujos de la iglesia. “En el
siglo XXI, Jesús usaría zapatos de cuero fino”, asegura. “Tendría una
camisa de seda francesa, quizá, o japonesa, con un traje de la mejor
calidad, un Pierre Cardin o lo que fuera. Y viajaría en helicóptero o
jet privado. Y todo esto, ¿para qué?”, pregunta. “Para predicar mejor la
palabra de Dios”.
El
fiscal Oliveira argumenta que la IURD, Record y negocios afines son
parte de un mismo holding, controlado por Macedo. La visión de Batista
no es tan diferente, aunque podría agregar lo que llama el “escuadrón”
de políticos de la secta. Y, para él, los retornos no son económicos,
sino espirituales. Como prueba, señala el mayor proyecto de la IURD: una
réplica del Templo Bíblico de Salomón, en San Pablo, hecho, en parte,
con piedras importadas de Israel. Los cuatro pilares principales ya
fueron levantados y cada uno es más alto que la icónica estatua del
Cristo Redentor. El coste está proyectado en más de 150 millones de
dólares.
Incluso
los asientos son caros: cada uno de los 10.000 del salón cuestan 1.100
dólares. “Si lo de Macedo fuera el dinero, ¿por qué invertir en este
templo?”, pregunta Batista. “¿Por qué tirar el dinero?”. En una noche de
miércoles en febrero, Macedo lidera los servicios en el edificio
flagship, en San Pablo, y un gráfico de un proyecto masivo se reproduce
en una pared, detrás de él. Ahora mismo, señala Macedo, necesitan
ponerle el techo a ese templo. “Ni siquiera sé cuánto costará. Pero es
mucho dinero”, dice. Así que los fieles forman fila para donar. Luego,
caminan al otro lado del escenario y el obispo pone sus manos en sus
cabezas. “Quiero que seas rico. No sólo dejes que el dinero sea tu
maestro. Que, siempre, sea tu sirviente”.
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