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SALMO 34.8-10 | Entre los creyentes hay dos opiniones opuestas en cuanto a la
riqueza material. Unos dicen que, para ser realmente espiritual, el cristiano
debe tener pocos bienes terrenales. Los proponentes de la idea contraria
piensan que la prosperidad es señal del favor de Dios y que, por consiguiente,
se puede reclamar por fe lo que se desee tener. Perplejos, muchos cristianos se
preguntan: ¿Cuál de las dos es la actitud correcta?
Un
obstáculo para responder la pregunta es el concepto que tenemos en cuanto a las
“cosas buenas”; por lo general, son las cosas y las experiencias que nos hacen
sentir felices.
Sin
embargo, desde la perspectiva de Dios, las cosas buenas de la vida son las que
se ajustan al propósito y el plan particular que tiene para cada uno de
nosotros. Su voluntad incluye prosperidad, buena salud, talentos y
oportunidades. Pero lo más probable es que el plan del Señor incluya también
algunos períodos de dificultades y necesidades que sean beneficiosos para
nuestra vida.
Cuando
nuestra visión de lo que es bueno se aclara, estamos listos para entender cómo
recibir las bendiciones de Dios. La clave para recibir las cosas buenas de la
vida, es buscar al Señor en vez de las cosas que Él tiene para darnos. Muchas
veces nos acercamos a Dios con una canasta vacía en vez de un corazón abierto;
le decimos lo que necesitamos y esperamos que la llene. Pero un corazón abierto
dice: “Señor, solo quiero más de ti”.
Darnos las
bendiciones que Él tiene almacenadas está en la naturaleza de Dios, pero Él
quiere que sus hijos le busquen por encima de todo lo demás.
(En
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