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Deuteronomio 24:19-22 | Fuera de la ventana de mi oficina, las ardillas se
apresuran a enterrar sus bellotas en un lugar seguro y accesible antes de que
llegue el invierno. Me divierte su conmoción. Un rebaño de ciervos puede
atravesar nuestro patio trasero sin que se oiga, pero una ardilla suena como
una invasión.
Estas dos
criaturas también se diferencian en otro aspecto. Los ciervos no se preparan
para el invierno. Cuando llega la nieve, comen cualquier cosa que encuentren en
el camino (incluso los arbustos que adornan nuestro jardín). Pero las ardillas
se morirían de hambre si siguieran su ejemplo; serían incapaces de hallar el
alimento apropiado.
El ciervo y
la ardilla representan las maneras en que Dios se ocupa de nosotros: permite
que trabajemos y ahorremos para el futuro, y suple nuestra necesidad cuando
escasean los recursos. Tal como enseña la literatura sapiencial, el Señor nos
da temporadas de abundancia para que podamos prepararnos para los tiempos de
necesidad (Proverbios 12:11). Y como dice el Salmo 23, el Señor nos guía a
través de lugares peligrosos hacia pastos agradables.
Otra forma
en que Dios provee es instruyendo a quienes tienen abundancia a que compartan
con los necesitados (Deuteronomio 24:19). Así que, cuando se trata de proveer,
la Biblia enseña: Trabajemos mientras podamos, ahorremos lo que podamos,
compartamos lo que podamos y confiemos en que Dios suplirá nuestras
necesidades.
Nuestras
necesidades nunca agotarán el suministro divino.
(Nuestro
Pan Diario)
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