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LUCAS 11.1-4 | El valor de la oración era algo que Gedeón conocía muy bien.
Tuvo una larga discusión con el ángel del Señor en cuanto a quien era Dios y lo
que Él estaba haciendo. Tuvo también conversaciones con Dios, tratando de
despejar sus dudas. Luego, cuando se acercaba la batalla, había más
comunicación mientras Dios le daba instrucciones. Por medio de la oración,
Gedeón se acercaba a Dios, recibía respuestas a sus preguntas y dirección para
su vida.
Así como lo
hacía con Gedeón, Dios nos invita a hablar con Él de nuestras preocupaciones.
Él anhela sustituir nuestra carga de ansiedad con su paz que sobrepasa todo
entendimiento. Al orar tenemos varias ventajas que Gedeón no tuvo. Primero, tenemos la Biblia —el manual
de Dios para la vida— que está llena de información sobre quién es el Señor y
lo que está haciendo. Cuanto más creamos su Palabra y entendamos sus planes,
más confiadamente hablaremos con Él.
Segundo, tenemos la presencia del Espíritu
Santo para guiarnos
a la verdad de la Palabra de Dios, y para que Él la interprete para nosotros.
Cuando descubrimos lo pertinente que es la Biblia para nuestra situación,
aprendemos a orar desde la perspectiva de Dios. Nuestras oraciones tendrán que
ver más con lo que Él desea, que con lo que nosotros queremos.
Tercero, Jesús, nuestro Salvador resucitado,
intercede por nosotros, y el Espíritu Santo obra a nuestro favor cuando las palabras nos
fallan. No oramos solos.
Por medio
de nuestra comunión con Dios, podemos experimentar su presencia, y por tanto,
vivir con confianza.
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