Leer | 1
JUAN 3.1-3 | Cuando escuchamos la palabra “padre”, ¿qué imágenes nos vienen a
la mente? ¿Un hombre que se pasa el día frente al TV o un hombre trabajador?
¿Alguien estricto o animoso? ¿Presente o ausente? No importa los atributos que
puedan haber tenido nuestros padres, tenemos un Padre celestial que es
perfecto.
La vida del
Señor Jesús nos ayuda a ver a Dios como nuestro Padre. Vemos al Salvador
sosteniendo tiernamente a los niños, ocupándose de los enfermos y mostrando
compasión a quienes no la merecían. Las palabras de Cristo nos hablan de un
Padre que ama a la gente, que escucha las oraciones de sus hijos, y que ofrece
perdón movido por la gracia.
El Señor
Jesús reveló también que hay dos padres espirituales en este mundo: Jehová y
Satanás. Solo aquellos que han nacido espiritualmente en la familia de Dios
pueden llamarle “Padre”. Este nuevo nacimiento (Jn 3.3) tiene lugar cuando una
persona acepta el sacrificio expiatorio del Señor Jesús por sus pecados. Los
que rechazan a Cristo —el único camino a Dios (14.6)— eligen, por tanto, a
Satanás como su padre espiritual (8.42-45). Han creído en el padre de mentira y
rechazado al único Dios verdadero tal como se reveló en la persona de Jesús.
Satanás vino para robar, matar y destruir (10.10), pero Jesús vino para que pudiéramos
tener una nueva vida, y ser reconciliados con Dios Padre.
Dios es
sensible a cada necesidad que tenemos, y ha prometido darnos lo mejor. Él se
goza en dar cosas buenas a sus hijos, y no usa nuestros pecados contra
nosotros. Usted, que es un hijo de Dios, ¿qué tan bien conoce a su Padre?
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