LEA:
Efesios 3:14-21 | «No va a pasar nunca, tía Julie, quítate esa idea de la
mente». «Sé que es poco probable —respondí—, pero no imposible».
Durante
varios años, mi sobrina y yo mantuvimos conversaciones similares sobre una
situación familiar. En ocasiones, yo completaba la frase de este modo: «Sé que
puede pasar, porque siempre escucho historias sobre cómo Dios realiza lo
imposible». La parte de la frase que únicamente me decía a mí misma era: Pero
eso sucede solo en otras familias.
Últimamente,
el pastor de mi iglesia ha estado predicando de Efesios. Al final de cada
reunión, recitamos esta doxología: «Y a Aquel que es poderoso para hacer todas
las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el
poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por
todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén» (Efesios 3:20-21).
Este año,
Dios decidió hacer «muchísimo más» en mi familia. Reemplazó la indiferencia con
el amor. ¿Cómo lo hizo? No lo sé. Pero lo presencié. ¿Por qué debería
sorprenderme? Si Satanás puede convertir el amor en indiferencia, Dios
indudablemente puede obrar a la inversa: tornar la indiferencia en amor.
El poder de Dios para restaurar es mayor que el
de Satanás para destruir.
(Nuestro
Pan Diario)
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