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Debemos acabar con la explotación por parte de las redes sociales, de Facebook
a Twitter, exhorta la estrella de Silicon Valley y autor del término 'realidad
virtual' Jaron Lanier. "Deben pagarnos nuestra labor", insiste.
Los servicios gratis que nos ofrecen los
titanes de las altas tecnologías en realidad no son tan inocuos como lo
pretenden parecer, denuncia Lanier en su nuevo libro 'Who Owns The Future' ('¿A
quién pertenece el futuro?'). Por una parte, Google, Facebook y demás
comercializan nuestra información personal. Por otra, nos obligan a trabajar
sin cesar produciendo contenido para ellos. Con todo eso, nos tienen
literalmente esclavizados: estamos atados a las redes sociales dominantes y
cualquier intento de romper esta relación resulta castigado por la propia
comunidad internauta, que nos echa fuera de los círculos habituales de
comunicación.
Todas
nuestras publicaciones, enlaces, fotos no cuestan nada por separado. Pero
siendo combinados, crean un flujo masivo de información más popular que el
producto de los medios más famosos y de un valor colosal, destaca Lanier y
llama a los usuarios a levantarse y reclamar una debida remuneración. Según él,
cada palabra que dejamos en la Red debe protegerse con derechos de autor y cada
uno de sus usos debe pagarse.
Por más
utópica que parezca por el momento esta iniciativa, hay internautas que ya
empezaron a llevarla a cabo. Los usuarios de Yelp.com, una página web que
acumula reseñas sobre restaurantes, clubes, salones de belleza y demás
alrededor del globo, reclamaron a la administración del sitio que les pagara.
Según comentan los abogados de Yelp a la revista estadounidense 'Fast Company',
el uso voluntario de un servicio gratuito no puede asemejarse a una relación
laboral. Insisten en que la denuncia no tiene ningún fundamento legal y
adelantan que harán todo lo posible para evitar que triunfe en los tribunales.
Sin
embargo, parece que se trata de un caso aislado. Gracias a los mecanismos de
comunicación que nos ofrece Internet hoy en día, es muy fácil imaginar la
situación, cuando en vez de buscar justicia en las cortes, los millones de
'esclavos' en las galeras de Amazon, Facebook y Twitter se organicen entre sí y
lancen una revolución en la Red. El resultado sería impredecible.
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