LEA: Lucas
9:18-27 | Cuando la Madre Teresa murió, en 1997, la gente volvió a maravillarse
ante su ejemplo de servicio humilde a Cristo y a los más necesitados. Pasó 50
años sirviendo a los pobres, los enfermos, los huérfanos y los moribundos a
través de las Misioneras de la Caridad en Calcuta, India.
Después de
entrevistarla extensamente, el periodista británico Malcolm Muggeridge
escribió: «Hoy se habla mucho de descubrir una identidad, como si fuera algo
que pueda buscarse, semejante a ganar la lotería; y después, una vez
encontrada, acapararla y atesorarla. En realidad, […] cuanto más se gasta, más
se enriquece uno. Por eso, la Madre Teresa, al ocultarse, descubre quién es.
Nunca conocí a nadie más memorable».
Sospecho
que muchos tal vez tengamos miedo de lo que pudiera suceder si obedecemos las
palabras de Cristo: «Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo,
tome su cruz cada día, y sígame. Porque todo el que quiera salvar su vida, la
perderá; y todo el que pierda su vida por causa de mí, éste la salvará» (Lucas
9:23-24).
Nuestro
Salvador les recordó a sus seguidores que había venido para darnos vida en
abundancia (Juan 10:10). Somos llamados a perder nuestra vida por Él, y al
hacerlo, descubrimos qué significa vivir con plenitud.
Perder la
vida por Cristo es hallar una vida plena en Él.
(Nuestro
Pan Diario)
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